Colocolina y dedicada a la reinserción social: Así era la joven que fue asesinada por delincuente en Barrio Matta
Fue su hermana quien, en conversación con LUN, relató cómo era la vida de Luisa Aguilar (34) quien falleció tras ser atacada por un ciudadano ecuatoriano mientras caminaba para ir a tomar la micro. “La Luisa respiraba cueca, pero también vivía para ayudar a los demás”, contó su hermana.
Miércoles 2 de octubre de 2019 | 12:42
Gran conmoción causó durante el pasado fin de semana el asesinato de Luisa Aguilar (34), una joven que caminaba de madrugada por le Barrio Matta hacia un paradero para tomar la micro.
La víctima venía saliendo de El Club de La Cueca, cuando fue abordada por un ciudadano ecuatoriano que, al momento de asaltarla, la apuñaló en dos oportunidades.
Lee también: Mujer murió tras ser apuñalada en un paradero de Santiago CentroMaría José, hermana de la víctima, conversón con LUN para contar un poco más de Luisa, quien era psicóloga de profesión, colocolina y apasionada por la cueca.
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“Al vivir en Paine hemos estado siempre ligados a los caballos, -a las tradiciones más chilenas. Desde chicos fuimos a clases de cueca y después se enamoró de la cueca chora (…) respiraba cueca, pero también vivía para ayudar a los demás”, contó María José.
Hasta el día de su fallecimiento, Luisa como profesora del ramo de Fundamentos de la Investigación en la Universidad de O’Higgins en Rancagua.
Sin embargo, su hermana aseguró que “se dedicó toda la vida a la reinserción social. Trabajó en un colegio, en una fundación, en una universidad”.
Respecto a cómo estaba la familia tras su homicidio, indicó que “el primer día fue devastador. Teníamos mucha pena. No entendíamos por qué la Luisa, si ella siempre trabajó por darle una mejor calidad de vida a la gente con más necesidades. Ella entendía que la maldad venía desde la ignorancia, creía en la bondad de las personas, creía que las injusticias sociales tenían que ver más con la delincuencia que con la maldad”.
Pese a ese sentimiento de tristeza, decidieron cambiar el chip para su despedida. “No hicimos un funeral. Hicimos una celebración a la vida. Vino mucha gente a Paine, a la casa donde ella se crió, yo creo que llegaron alrededor de 700 personas. Grupos tocando cuecas choras, celebrando, felices. Fue maravilloso”.