Cuando los médicos peruanos le dijeron a Rocío que la epilepsia refractaria de su hija no se solucionaria con fármacos, decidió viajar a Chile. Hoy arrienda un dormitorio en nuestro país y pide ayuda económica para pagar dos cirugías que podrían salvar la vida de la pequeña Astrid. Aún no tiene certeza del diagnóstico definitivo de la menor.