Beso al Viento: Inauguran en Maipú el primer memorial en homenaje a víctimas del COVID-19
Con esta obra no se busca tan solo honrar a quienes han muerto durante la pandemia, sino que también rendir tributo al trabajo realizado por quienes se han enfrentado a esta enfermedad. Su autora es la artista chilena Maya Estrada.
Miércoles 22 de septiembre de 2021 | 20:49
La pandemia del COVID-19 ha hecho que muchas personas que han perdido a familiares por esta enfermedad no las hayan podido despedir. Por aquello, este miércoles se les dio la oportunidad de participar en una ceremonia ecuménica en la que se inauguró un memorial para recordar a los fallecidos.
Este espacio conmemorativo se encuentra ubicado en el cementerio parque El Manantial en Maipú. Su propósito es no solo honrar a quienes han muerto durante la pandemia, sino que también rendir tributo al trabajo realizado por quienes se han enfrentado al COVID-19.
Por aquello es que se levantó la escultura Beso al Viento, obra de la reconocida artista chilena Maya Estrada. Ella buscó representar en un gesto de cariño a quienes partieron por esta enfermedad y no pudieron ser despedidos.
Sobre esta obra, su autora explicó que en "esta escultura se simboliza la conexión entre lo terrenal y lo divino, entre los seres humanos y quienes abandonaron esta tierra, entre la vida y la muerte; un vínculo que permanece invisible e imperceptible al ojo humano, pero de carácter fuerte e infinito".
Junto con eso, señaló que es "un beso de despedida para quienes no pudieron ser despedidos, o un gesto de amor y de recuerdo constante a quienes enfrentaron la soledad y la incertidumbre de enfrentarse a una enfermedad inédita".
La "última línea"
Con este memorial también se quiso homenajear al personal de los cementerios, la llamada "última línea". Con respecto a esto, el gerente general del grupo Nuestros Parques, Rodolfo Vargas, mencionó que aquellos funcionarios "trabajaron durante noches enteras cavando sepulturas, para no fallarles a esas 30 a 40 familias, que diariamente despedían a un ser querido".
"Ellos no tuvieron tiempo de llorar, pese a que les tocó vivir reiteradamente momentos límite", continuó expresando Vargas, quien agregó: "Ellos entendieron que, más allá de sus funciones, debían honrar a esas víctimas que llegaron sin familias ni amigos a su último adiós".