Josefina Araos sobre las clases a distancia: "No se puede pretender llevar el colegio a la casa”
A raíz del coronavirus, no sólo hay padres que están ejerciendo el teletrabajo, sino que también los niños están tomando clases en las casas. Las labores domésticas, el agobio laboral y las tareas escolares tienen a muchas personas estresadas. Por ello, la investigadora de IES Chile reflexiona en torno a los límites y exigencias que se deben considerar para afrontar esta situación.
Lunes 23 de marzo de 2020 | 12:06
Esta semana, dentro de los muchos mensajes virales que recibí, me llamó la atención una carta a un diario. Josefina Araos, historiadora e investigadora de IES Chile, daba cuenta del agobio de muchos padres por la carga que significa estar en la casa haciendo tareas escolares, tareas domésticas y teletrabajo, recién en la primera semana de cuarentena voluntaria.
Lee también: Productividad en tiempos de cuarentena: Qué hacer y cómo aprovechar el tiempo en el aislamientoHoy, conversamos con ella y le preguntamos por las reacciones que ha generado su escrito.
“Ha sido muy sorprendente la reacción que generó en grupos de apoderados y también de profesores, que se sintieron interpelados porque están estresados y sometidos a crear guías y seguir haciendo su trabajo”, dice Josefina.
—¿Cuáles son los efectos que ha tenido el “colegio en casa” en esta primera semana sin clases?
—Al ver las reacciones de agobio de muchos padres frente a la cantidad de guías y tareas que mandaba el colegio, me pareció que había un problema en pretender que se mantenga de la misma forma la rutina escolar. El colegio no se puede llevar a la casa. Esto genera una dinámica medio frenética en que los papás están superados, tratando de trabajar y al mismo tiempo de enseñar. Los niños ven a los papás enojados y por otro lado los profesores haciendo guías infinitas quizá para justificar que siguen funcionando. Me pareció que era una dinámica patológica, porque frente a la crisis nada va a seguir haciéndose de la misma manera. Creo que hay que relajar un poco esas expectativas e ir pensando en cómo aprovechar el nuevo escenario.
—Como padres, ¿cuál debería ser nuestra meta, nuestro objetivo, en este tiempo?
—Cada uno tiene que descubrirlo en particular. Pero respecto al colegio, me parece que lo primero es manifestar ese agobio, y bajar esas exigencias. No tiene mucho sentido entregar una infinidad de guías para pretender que en la casa se aborde la misma cantidad de contenidos que en el colegio. Es imposible. Los padres y madres no son profesores y no están preparados para enseñar. Creo que tiene mucho más sentido volver a descubrir la rutina de la casa, porque estar todo el día juntos es un aprendizaje también para todos. Y luego ver cómo integrar las exigencias del colegio en esa rutina y no al revés, toda una familia sometiéndose a las exigencias del trabajo por un lado y del colegio por otro. Tiene que haber flexibilidad por parte de los empleadores y de las escuelas para enfrentar este nuevo escenario.
—¿Ves alguna oportunidad al hecho de no tener clases por un tiempo prolongado?
—Yo creo que por ahora estamos todos más concentrados en las pérdidas, que evidentemente las hay, pero también creo que toda crisis es una oportunidad. Y eso no significa que uno vea con ingenuidad lo difícil que es, no sólo estar todo el día juntos, sino en situación de cuarentena, eso es muy estresante. Y los papás no sólo tienen que trabajar desde la casa, sino que algunos no tendrán trabajo, no van a recibir su sueldo, es un escenario muy dramático. Entonces la oportunidad reside en volver a la esencial y concentrarse en eso. En el colegio una de las cosas fundamentales, mas allá de los contenidos, es la relación maestro-alumno. En la casa ese rol lo cumplen los papás, no necesariamente completando una guía, sino por ejemplo revisando juntos las historias de las fotos familiares, o realizando tareas domésticas, y eso también es un aprendizaje.
—Alguna recomendación práctica a los papás que están haciendo clases en su casa?
—Para aquellos que se sienten agobiados, comunicar ese agobio al colegio, para que las escuelas logren adecuarse a este nuevo escenario, y no que las familias, que ya están sometidas a bastante estrés, tengan que adecuarse a los criterios que ellos imponen. Hay algunos colegios que han sido más comprensivos y también padres que han decidido ser menos exigentes, pero lo que más veo es una queja bastante generalizada de papás estresados.