Nadie habló de Roberto Tobar: El brillante desempeño del mejor árbitro chileno en la final de la Libertadores
Cristian Arcos, editor de CHV Deportes, analiza el accionar del juez nacional en el 2-2 entre Boca y River. No sólo no se hizo notar, sino que además privilegió el ritmo de juego y no llegó a acudir al VAR. "Ojalá el chileno puedo dirigir también la segunda final", dijo sobre él Oscar Ruggeri.
Lunes 12 de noviembre de 2018 | 11:24
El lugar común reza que cuando menos se habla del árbitro es que mejor fue su desempeño. Si su actuación pasa desapercibida es señal que condujo de buena forma. Tras la primera final de la Copa Libertadores de América, nadie habló de Roberto Tobar. El mejor árbitro del medio local respondió a un partido lleno de morbo, en una instancia crucial como es una final de esta envergadura.
Una vez terminado el partido comenzaron los análisis de los diferentes medios argentinos. En medio de todo esto pudimos oír una sentencia inesperada, proveniente de Oscar Ruggeri, campeón del mundo con Argentina en el Mundial de México ’86: “ojalá el chileno pueda dirigir también la segunda final”. Pocas veces un halago puede ser más certero.
Tobar tiene varias virtudes en la conducción que pudo desplegar en La Bombonera gracias, también, a que los jugadores colaboraron. Es un árbitro que privilegia el ritmo de juego, que no detiene el partido por cada roce, que no se detiene demasiado en discusiones sin sentido. Es un referí que no sólo conoce las reglas, Tobar entiende el juego y eso ayuda mucho. Tras la primera final de la Copa Chile, el técnico de Audax Italiano realizó una crítica que puede enriquecer el debate de los jueces, al referirse al desempeño de Ángelo Hermosilla, el encargado de impartir justicia en el partido entre los floridanos y Palestino. Juan José Ribera no se quejó en jugadas puntuales o polémicas. Su protesta fue por la forma de dirigir del juez: detener demasiado el partido, cortar el juego, quitarle ritmo e intensidad. Un enfoque interesante para discutir en pos de un mejor juego.
Roberto Tobar no cayó en acudir al VAR como salvavidas. No fue necesario. Amonestó a quienes debía. Cuando tenía dudas, dejó jugar y no se impresionó por el marco exterior de una final inédita. Además tuvo el criterio suficiente para suspender el partido el día sábado pues, simplemente, no se podía jugar. Respondió con autoridad.