Afgano refugiado en Ucrania debió escapar junto a su familia tras invasión rusa: "No he tenido suerte"
Ajmal Rahmani, acompañado de sus dos pequeños hijos y su esposa, debieron cruzar la frontera polaca ante los ataques perpetrados por Rusia contra el país que los acogió tras huir de los talibanes en Afganistán. "Huí de una guerra, y me veo en otra", se lamenta.
Martes 1 de marzo de 2022 | 18:32
Trabajó durante diez años para la OTAN en el aeropuerto internacional de Kabul, Afganistán. Pero cuatro meses antes que se retiraran los estadounidenses ante el avance de los talibanes en el territorio, decidió abandonar su casa y pertenencias para huir hacia Ucrania, instalándose junto a su familia en la ciudad costera de Odesa.
Sin embargo, lo que Ajmal Rahmani no previó fue la arremetida rusa que comenzó hace casi una semana, luego que Vladímir Putin anunciara una "operación militar especial" en el territorio liderado por Zelensky. A partir de entonces, los temores por los que huyó de su país natal se volvieron realidad, ya que era testigo del despliegue de lo que muchos denominan como una guerra.
"Huí de una guerra, y me veo en otra. No he tenido mucha suerte", lamentó el afgano de alrededor 40 años que, ante la amenaza rusa, escapó junto a su mujer Mina, su hijo Omar de 11 años y su hija Marwa de 7, hacia territorio polaco.
Según consigna Radio France Internationale (RFI), Rahmani entregó más detalles respecto de su salida de Afganistán, asegurando que en ese entonces "recibía llamadas telefónicas donde amenazaban de muerte a mis hijos. Lo dije en el trabajo, pero nadie quiso escucharme, nadie quería ayudarme o darme un visado".
Frente a este preocupante panorama, decidió exiliarse en Ucrania, único país que lo acogió. "Tenía una buena vida en Afganistán, una casa, coche, un buen sueldo. Lo vendí todo, lo perdí todo", afirma, "decidí marcharme por mis hijos, mi familia, por su educación", agregó.
Ahora, debió trasladarse más de 1.100 kilómetros junto a su familia para llegar a la frontera de Polonia, dejando nuevamente todo atrás. Alrededor de 30 kilómetros tuvieron que caminarlos a causa de la congestión vehicular que no permitía que continuaran avanzando.
El clima les jugó una muy mala pasada, ya que según dijo, hacía mucho frío en el lugar. Por lo mismo, tomó una manta para tapar a su pequeña hija, pero "poco después se encontraba muy mal y su madre se puso a llorar".
Esta misma situación llevó a que fuesen rápidamente asistidos por una ambulancia y la policía fronteriza ucraniana los dejó cruzar. "Tuvimos suerte, había más de 50.000 personas en la frontera", destacó. "Todo el mundo estaba de pie, con los bebés, las maletas, esperando su turno. Y, de repente, nos dejan pasar delante de ellos".
Luego de esta turbulenta travesía, Rahmani y su familia llegaron al puesto fronterizo de Medyka y se mantuvieron a la espera de un bus que los trasladara al centro de acogida dispuesto en Przemysl.
Pese a que por segunda vez en su vida tendrá que comenzar de cero, se mostró esperanzado en el futuro, afirmando que las primeras horas en Polonia le permiten soñar con un mejor destino. "Nos han recibido muy bien, la gente es muy amable, nos sonríen, le han dado dulces a los niños", planteó, lo que significa "una buena dosis de energía para lo que vendrá".
Finalmente, cabe señalar que hasta el pasado domingo 27 de febrero, la policía de la frontera polaca informó que más de 213.000 personas habían entrado al territorio desde el comienzo de la invasión rusa al país vecino.