Tras diagnósticos errados: Mujer escocesa tuvo una infección por años y ahora debe orinar 30 veces al día
Pasaron casi 17 años desde los primeros síntomas de su infección crónica de la vejiga. Tras consumir múltiples medicamentos que no pudieron sanar nunca su enfermedad, la joven no puede mantener relaciones sexuales y ha sufrido diversos cambios en su cuerpo.
Martes 10 de mayo de 2022 | 23:54
Durante las últimas horas se dio a conocer en medios internacionales un extraño caso de negligencia médica que afectó a una joven escocesa de 25 años, significando que la afectada no pueda tener relaciones sexuales y deba orinar al menos 30 veces al día.
La afección que padece Carrie Esson se vio intensificada por la pandemia provocada por el COVID-19, ya que no pudo ir al médico y solo se quedó con el mismo diagnóstico erróneo entregado una y otra vez por videollamada.
Según un reportaje del medio británico Mirror, el primer recuerdo de una infección del tracto urinario (ITU) fue cuando la joven tenía solo ocho años de edad en 2005.
Asimismo, la víctima asegura que a los 15 años las molestias se volvieron recurrentes, sin embargo, en paralelo, su médico en dicha época le diagnosticó de forma errada una candidiasis, realizando su vida de forma normal pese a la enfermedad que realmente padecía.
"Al principio volvía cada pocos meses, luego se volvió mensual, luego cada dos semanas. No quería salir, me sentía diferente a las otras chicas", señaló la mujer según recoge el citado medio.
En ese momento, fue que la adolescente comenzó a vivir una verdadera pesadilla médica, debido a la obligación de realizarse de forma constante diferentes estudios como ultrasonidos, tomografías computarizadas, resonancias magnéticas y una cistoscopia, con el objetivo de descubrir qué era lo que le pasaba.
"Ningún urólogo pudo encontrar algo malo en mi vejiga, a pesar del dolor constante. Consumí antibióticos de vez en cuando durante todo este tiempo. Hasta me decían que desafortunadamente que era parte de mi composición biológica", revela.
Tras no saber qué era lo que realmente le ocurría, Carrie comenzó a realizar ayunos durante días por miedo al dolor que le podía provocar, experimentando importantes cambios en su estilo de vida y en su apariencia. "Mi vejiga se sentía como una bola de boliche mientras que mi uretra estaba en llamas. Vivo una pesadilla", afirmó.
Por otra parte, cuenta que gastó bastante dinero en suplementos naturales, antibióticos, bloqueadores nerviosos, antiinflamatorios y opioides, los cuales nunca hicieron efectos positivos en sus dolencias.
"Estar de pie durante mucho tiempo, como ducharse o cocinar, era difícil. A menudo estaba postrada en la cama por el dolor. Caminar cualquier distancia significaba depender de ayudas para la movilidad. Ir de compras o ir al cine con amigos me hacía pensar en el baño. ¡Quería llevar un baño portátil a todas partes!", lamenta.
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Su vida sexual truncada
Otra de las consecuencias de su enfermedad mal diagnosticada es que no puede llevar una vida sexual con normalidad.
"Aún no puedo tener sexo con penetración con mi pareja debido al dolor. Con Shaun, de 26 años, nos conocimos en un concierto en 2019", explica. Y agrega: "En nuestra primera cita no mencioné nada sobre mi salud, pero cinco días después me hice la laparoscopia y me diagnosticaron endometriosis . Me trajo flores, fue una dulzura", manifiesta.
Ya en el año 2020, cuanto tenía 23 años, expresó que sus síntomas se volvieron crónicos. Los dolores "son 24 horas al día, 7 días a la semana e implacables, después de que me desperté con una ITU y los síntomas nunca desaparecieron".
"Debo orinar hasta 30 veces al día, junto con el dolor pélvico y lumbar crónico. Sangre en la orina y retención. A pesar de estar en agonía, las pruebas daban negativo para la infección cada vez que iba al médico de cabecera", cuenta.
En septiembre de 2020, con el "peor dolor imaginable", acude a Urgencia, pero para variar le dijeron que no tenía una infección, entregando solo antiinflamatorios. En ese sentido, fue que la desesperación la llevó a encontrar en internet a un especialista en Londres.
La infección crónica de la vejiga
El experto en este tipo de enfermedades le explicó que tenía una infección crónica de la vejiga, la cual fue calificada como "desagradable, grave y furiosa", confirmando la presencia de ésta en su cuerpo por al menos una década.
En esa misma línea, fue que se le comunicó que su mejor opción a estas alturas era someterse a una cirugía de fulguración, la cual utiliza el calor de una corriente eléctrica para destruir el tejido anormal.
No obstante, dicha operación no se hacía en Escocia, por lo que en diciembre de 2021, con ayuda de su familia, logró pagar los 5.500 dólares para arribar hasta Turquía y operarse.
"El especialista encontró un extenso daño de tejido precanceroso en el área del trígono de mi vejiga e inflamación crónica que se extendió a la parte posterior de mi vejiga", precisó.
Cuatro meses después de pasar por el quirófano, le advirtieron que la recuperación podía extenderse por hasta por un año. "Todavía estoy desprendiendo pedazos de tejido cicatricial y cambiando toallas sanitarias regularmente, así que tengo un largo camino por recorrer", detalla.
Finalmente, la joven inició una campaña en redes sociales para que las autoridades de gobierno pudieran disminuir los criterios de las pruebas de laboratorios para las infecciones urinarias crónicas, ya que la afección no era reconocida como enfermedad legítima en la literatura médica.
"En marzo de 2022, el NHS reconoció las infecciones urinarias crónicas y ahora hay esperanza para el futuro y los demás pacientes", confirmó la afectada tras su enorme batalla médica dada por años.
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