Todo se remonta a 1983 en Temuco, cuando a Hilda Quezada le dijeron que su recién nacido había muerto. "Fueron 38 años que el Estado me robó la posibilidad de haber tenido a mi hijo conmigo", asegura la mujer, quien pudo conocer a Tyler con ayuda de la Fundación Hijos y Madres del Silencio.