Mucho más que un spin-off de Breaking Bad: 5 razones para ver Better Call Saul
¿Vale la pena darle una chance a la precuela que expande la historia de Walter y Jesse? La respuesta es rotundamente sí. Intrigas, ironías, una tóxica relación entre hermanos y personajes del pasado son parte del encanto de uno de los imperdibles del momento.
Viernes 8 de julio de 2022 | 15:21
Trajes y camisas estrafalarias, pelo perfectamente engominado, una moral cuestionable y una verborrea incontenible. Así es Saul Goodman, el carismático abogado que salvó una decena de veces a Walter White y que se robó el corazón de los seguidores de Breaking Bad.
El hombre de las leyes y del mural We the People instalado en su oficina se convirtió en uno de los personajes más queridos de la serie. Es por eso que su creador, Vince Gilligan, encontró que había mucha historia por contar y le dio su propio título en 2015: Better Call Saul.
Han pasado siete años y seis temporadas desde su estreno, y con los últimos capítulos a la vuelta de la esquina en Netflix, este es el momento perfecto para adentrarse en la vida de Saul, o mejor dicho Jimmy McGill -su verdadero nombre-, en la Albuquerque que aún no conocía de la metanfetamina de Heisenberg y Jesse Pinkman, y de la caída en picada del abogado mientras se va ensuciando las manos en el camino.
Acá 5 razones por las que Better Call Saul no sólo es mucho más que un simple spin-off de la serie principal, sino que un lobo en piel de oveja que sin darte cuenta te vuelve adicto a su mundo, sufriendo por sus protagonistas, deslumbrado por su desparpajo visual y, en muchos momentos, convencido de que es una de las mejores ficciones de la televisión en los últimos años.
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Reencuentros
No hay dudas de que la mayoría de quienes entran en Better Call Saul lo hacen como viudos o viudas de su antecesora. Y para quienes esperan ver nuevas jugadas del abogado, personajes, referencias o que se resuelvan interrogantes sembradas en la serie principal, tenemos una excelente noticia: hay bastante y no se quedan en Saul Goodman (Bob Odenkirk).
Acá no se escatima ni en violentos reencuentros con los Salamanca, como Tuco (Raymond Cruz) y Héctor (Mark Margolis), ni en los trabajos turbios de Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks) o Gus Fring (Giancarlo Esposito). Tampoco en una que otra sorpresa, pero de la que no diremos nada. Incluso Huell Babineaux, don Eladio, Lydia Rodarte-Quayle y hasta los icónicos primos aparecen en los capítulos.
Better Call Saul se desarrolla en la ciudad ubicada en Nuevo México varios años antes de que Walter White cocinara su primera metanfetamina y cuenta los inicios del descarado abogado antes de su viciosa moral y su vínculo con el cartel de droga y Ehrmantraut.
Y mientras vamos conociendo su historia, también vemos los primeros pasos del resto de los personajes que aprendimos a querer y a odiar. Una precuela en toda regla, pero que guarda mucho más.
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Personajes nuevos
Si bien Saul Goodman es el motivo por el que entramos, definitivamente nos terminamos quedando por los personajes nuevos. Todos tienen su momento. Pero antes de mencionarlos, contemos un poco más de la historia.
En el 2002, Saul aún no es Goodman, es James McGill, un reciente titulado por correspondencia de Derecho en la Universidad de Samoa Americana que anhela el reconocimiento de su hermano mayor, el respetado Charles McGill (Michael McKean). Pero la época de oro de Chuck, fundador de su propio bufete llamado HHM, ya pasó y él está preocupado de su legado, aunque ya no pueda ejercer por una extraña alergia a la electricidad y, peor aún, que lo obliga a tener que llamar a su único familiar.
En la mencionada empresa trabajan Howard Hamlin (Patrick Fabian), el protegido y socio de Chuck, un abogado con el traje impecable y siempre bronceado que al parecer nunca ha soportado a Jimmy, y otra talentosa mujer de leyes de quien hablaremos después. No la olviden.
Pero esa es solo una parte de la vida de nuestro Goodman. Él también rehúye de un pasado que se remonta a cuando era un despreocupado bribón que estafaba incautos junto a su mejor amigo, Marco Pasternak (Mel Rodríguez), quien es más que un recuerdo de los mejores años de su vida.
Y no hay que olvidar a Nacho Varga (Michael Mando), un soldado de confianza de los Salamanca y que es tanto una pistola del cartel como su libro de cuentas. Un traficante avezado que mantiene una doble vida como trabajador de taller mecánico, pero que será puesto contra la espada y la pared al entrar en escena Lalo Salamanca (Tony Dalton), otro de los capos de la droga.
¿Y cómo conectan el mundo de Jimmy con los Salamanca? Podríamos decir que por un desafortunado accidente… aunque, como diría Mike, también por decisiones que te embarcan en un camino del que no hay retorno, lo quieras o no.
Kim Wexler
Ya dijimos que en HHM hay también una talentosa abogada, bueno, ella es Kim Wexler (Rhea Seehorn), la gran revelación de la serie, el otro corazón palpitante de Better Call Saul y, quizás, uno de las grandes personajes de la pantalla chica.
Hablar de Kim es hacerlo de una persona que tiene claro qué es lo correcto y que se maneja como una estrella en su campo, pero por alguna razón, genera una complicidad tan masoquista como satisfactoria con quien debiera ser su némesis: James McGill.
Ambos son confidentes del uno del otro, aunque él suele contarle sus metidas de pata y ella más bien intenta sacar lo mejor de su compañero. Pero eso a veces, porque la jurista conoce el atractivo de la pillería y que las pasiones tienen más que ver con lo indebido que lo ético, por lo que la astucia para jugar al margen de la ley también le parece seductora.
Hay muchos rasgos que hacen memorable a un personaje. Un gesto, el carisma, su personalidad o hasta una frase pueden bastar. Pero sin duda lo que los hace imborrables son sus dolores y derrotas, los momentos que los llevan al límite y los dejan desechos, o… también sus corrupciones, esos instantes de absoluta claridad en la que sucumben a sus deseos y nos dejan exclamando "no lo puedo creer". Y, de paso, nos revelan un par de verdades incómodas sobre nosotros. Ella es Kim Wexler.
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Excelentemente filmada
Better Call Saul desde el capítulo uno demostró de lo que era capaz, pero en un comienzo apostó más por consolidar la historia y su guión, pero de un capítulo a otro lanzaron la casa por la ventana. Y si tuviéramos que definirlo sería en la soberbia tercera temporada.
De secuencias de montajes perfectamente ejecutados, a escenas sin interrupciones donde un personaje da rienda suelta a una obsesión y lo acompañamos en su compulsivo viaje. También de vistosos juegos visuales que pacientemente van conformando graciosas y crueles metáforas que nos terminan golpeando en la cara. Aquí hay de todo.
El aplomo con la que es filmada, siempre de menos a más, va de la mano con las locuras y arrebatos del personaje interpretado por Odenkirk. Sus excesos y excentricidades son transmitidas con una cámara y edición que no teme en sorprender usando todos los recursos que tiene a la mano.
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Una carta bajo la manga
Better Call Saul es una precuela, sí. Pero también es una secuela de Breaking Bad. ¿Eso no lo veías venir, verdad? Entre capítulos, la serie pega un volantazo y cambia completamente su tono e imagen, pasa de los colores vivos a un frío blanco y negro, donde vemos a un Jimmy paranoico trabajando en un puesto de dulces en un mall.
La serie jamás te lo dice, pero insinúa lo suficiente como para que lo entendamos. Así es la vida de Saul tras ayudar a escapar a Jesse y luego de que él mismo se diera a la fuga para que la furia del cartel no cayera sobre él por haberlos traicionado.
De a poco, y con pinceladas breves pero contundentes, nos vamos enterando de qué diablos fue lo que salió mal y cómo está pagando por su incontenible apetito y siempre desear más. Siempre un poco más, aunque en el camino ya nadie desee llamar a Saul.