Bajo cero en primavera: Cómo es estudiar en la escuela digital chilena más austral del mundo
El Liceo "Hernán de Magallanes" está ubicado en la Isla Porvenir y a 3.000 kilómetros de distancia, desde Santiago, sus profesores realizan las clases de manera remota mientras sus estudiantes se conectan desde Tierra del Fuego con modernos dispositivos.
Lunes 17 de octubre de 2022 | 14:02
(EFE) - Construida por debajo el paralelo 53, en plena Tierra de Fuego, el pequeño Liceo "Hernán de Magallanes" destaca por ser la escuela interactiva más austral del mundo.
Con apenas 350 alumnos, su moderno edificio descuella sobre las coloridas y dispersas casas de madera que componen Porvenir, capital de una pampa fría y ventosa a la que llegaron hace más de 500 años los conquistadores españoles y que ha sido refugio de piratas, buscadores de oro, ganaderos y hasta nazis de renombre como Walter Rauff.
Un territorio remoto y de climatología hostil (-1° en primavera) en el que los adolescentes de entre 12 y 18 años estudian de forma holística gracias a un proyecto de la Fundación Profuturo -auspiciada por las Fundaciones de las empresas españolas Telefónica y La Caixa- sustentado en las tabletas y la fibra óptica.
“Es un cambio sideral, las comunidades educativas tenían aquí hasta hace poco tiempo muy limitada internet", explica a EFE Mauricio Martínez, uno de los expertos que forman a maestros de escuelas lejanas o vulnerables en el sistema digital de educación del siglo XXI.
"Tenían mucha dificultad para conectarse con pares que les ayudaran a mejorar sus metodologías educativas, y el apoyo más significativo es que los docentes ya no se sienten tan lejos”, agrega Martínez antes de recordar cómo Porvenir se hizo famosa en la pandemia por las imágenes de sus habitantes subidos a los tejados tratando de captar alguna señal de internet.
Ilusión y conocimiento
Es un viernes de octubre en Tierra de Fuego, mes de vientos indómitos y rayos de sol furtivos en un paisaje embellecido por la nieve, y en el interior de la escuela Evelyn, Paula e Iván de 14 años atienden las explicaciones del profesor en la pantalla mientras juguetean con la tableta digital en la que comparten el documento.
Desde Santiago de Chile, a más de 3.000 kilómetros de distancia, les explica como introducirse en el mundo de la computación, el que más atrae a Iván, de 13 años, que sueña con poder dedicarse a programar juegos.
Paula no sabe que quiere ser aún, tampoco Evelyn, pero ambas coinciden en que con este sistema aprenden más porque "es más sencillo y entretenido".
Una opinión que comparte Agustín Caro, de 15 años, un joven que quiere convertirse algún día en piloto comercial, una profesión esencial en esta zona del globo, aislada por los hielos en invierno y conectada por una única carretera que debe sortear cientos de estrechos y fiordos.
“Ha cambiado bastante en realidad, ya que antes el internet no era tan bueno y ahora con la fibra uno vuela”, afirma con aplomo.
"Además de ser más entretenido, tienes más facilidades de estudio digitalmente, más fácil que estar con un móvil, con una PC, con un libro, ya que lo puedes usar más tiempo y estudiar mejor", agrega el joven.
Su compañera Javiera Recabal, 15 años, utiliza la tecnología para seguir las páginas de moda: quiere ser la primera diseñadora de alta costura nacida, crecida y educada en el lugar donde acaba el mundo.
“Son otros tipos de actividades que no se ven todos los días y así uno aprende más a interactuar, trabajar más en grupo y puede socializar mejor. Es bastante genial que estemos en un colegio tan austral y aún así tengamos este tipo de actividades”, señala con una amplia sonrisa.
Trabajo individualizado
Boris Sanhueza, profesor de matemáticas en esta escuela acostada en el fin del planeta, cree que una de las mayores bondades del programa es la facilidad que ofrece de itinerarios educativos individualizados, adaptados a las distantes velocidades de aprendizaje en aulas en las que se juntan una treintena de heterogéneos alumnos.
“Más que en la calificación se ve en el entusiasmo de los chicos, en la forma de enfrentarse a la asignatura, están más motivados. Me arroja los resultados de forma instantánea y yo puedo revisar ahí el avance, cuantos de ellos se han conectado a la plataforma y me permite a mí tener un control más grande del curso”, afirma.
Magdalena Brier, directora general de Profuturo, destaca que este método permite a los chicos de Porvenir "trabajar un itinerario formativo en neurociencia, innovación educativa e innovación tecnológica igual que cualquier niño en Estados Unidos, de Europa, con el mismo tipo de formación y acceso a los mismos materiales".