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26/03/2019
12:30
Pese a que el informe preliminar del equipo forense indica que no fue hubo intervención de terceros en el deceso de Millaray Bravo (28), sus amigos y familiares piden que se investigue la posibilidad de que alguien le haya quitado la vida. Las circunstancias en que fue hallada y sus últimas conversaciones hacen suponer que no fue un hecho fortuito.
Su cuerpo estaba en el mar, sin ropa y con una amarra en el tobillo. Así encontró la policía a Millaray Bravo Ramos, una chilena de 28 años que vivía hace 4 en Auckland, la ciudad más poblada de Nueva Zelandia.
Era la menor de 5 hermanos y oriunda de Lautaro, en la región de la Araucanía. Viajó para aprender inglés y desde su llegada al país oceánico estuvo trabajando en el rubro hotelero.
El pasado jueves 21 de marzo, su padre, Antonio Bravo, fue notificado de su enigmática muerte en Waike, una paradisiaca playa que solía frecuentar.
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Según el informe preliminar del equipo forense, no habría intervención de terceros en el deceso de Millaray. Sin embargo, la familia no cree que se haya tratado ni de un suicidio ni de un accidente.
“Es muy difícil entender, encajar las cosas. En vez de respuestas, me entregan más preguntas, más dudas”, afirmó a Contigo en La Mañana (CHV) su hermano Claudio de la Fuente (ver la entrevista completa en el video adjunto).
El papá de la joven, que viajará en los próximos días para repatriar sus restos a Chile, también planteó sus interrogantes en torno al caso.
Por ello, a continuación detallamos las 5 dudas que hacen pensar que no se trató de un hecho fortuito:
Hasta el domingo 17, la última vez que su padre habló con Millaray, ella le contó que tenía ganas de regresar al país y comenzar un nuevo proyecto laboral. Incluso, propio padre y uno de sus hermanos estaban contemplados en este proyecto.
“Ella quería volver a Chile y emprender un nuevo negocio. Si alguien tiene un proyecto de vida, ¿crees que va a querer atentar en contra de su vida? Millaray no es de las personas que se suicidan”, afirmó su hermano mayor.
Según Claudio, Millaray practicaba natación desde pequeña, lo que hace poco probable que sufriera un accidente acuático.
“Es un tema que nos extraña mucho, porque era muy buena nadadora. Es difícil que haya tenido un accidente en el mar si ella nadaba muy bien. Lo practicó siempre, toda su vida”, señaló el hermano.
Además, según sus amigos y cercanos en el país oceánico, ella frecuentaba la playa donde fue encontrada muerta, por lo que es difícil que no haya conocido los roqueríos y posibles obstáculos de ese lugar.
Otra de las interrogantes de la familia es que, según el informe forense, el cuerpo de Millaray no fue encontrado flotando, sino que en posición vertical enredado entre las boyas a unos 200 metros de la costa.
Antonio Bravo contó a LUN que su hija “tenía una cuerda enrollada en sus tobillos, sin nudo”. “Si estaba enredada, por qué no tenía marcas en los tobillos. No había nada”, cuestionó.
El papá también se cuestionó que, si su hija hubiera ido a nadar a esa playa, su ropa tendría que haber estado en las cercanías. Sin embargo, según las pericias iniciales, no había nada.
“Por qué estaba desnuda, si se supone que se fue a bañar. Por qué su ropa no estaba en la playa. Sus zapatos, su toalla”, se preguntó Antonio en el matutino.
Por otro lado, sus pertenencias personales -como llaves o el celular- estaban en la casa donde vivía desde hace un año, ubicada a varios kilómetros de la playa donde fue encontrada.
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En los últimos 4 años, Millaray se hizo de varias amigas y conocidos en Auckland. Debido a su afición por la salsa, estaba tomando clases de baile, donde conoció a quien era su pareja, un cubano llamado Anthony Albert Petterson.
Pese a que tuvieron un quiebre, ambos habrían sostenido su relación por bastante tiempo. Por ello, otra de las dudas del padre apunta a este joven cubano.
“Por qué si estuvo perdida cinco días, el pololo no la buscó, no llamó por teléfono, no la fue a buscar a la casa”, se preguntó Bravo.
En tanto, aunque su hermano Claudio comparte dicho cuestionamiento, es más cauto. “Ella siempre fue muy recatada en el tema de sus relaciones. Creo que ahora juzgar y señalar con el dedo a alguien sería muy irresponsable de nuestra parte”, afirmó.
“Quiero creer en que las instituciones funcionan. Que no quede que fue algo fortuito, porque no fue algo fortuito”, agregó De la Fuente.
