La mayoría de nuestra economía se basa en el uso de combustibles fósiles, como carbón, petróleo y gas natural. Además la forma en que nos movemos, alimentamos, construimos y prácticamente todo genera CO2, lo que está generando una serie de consecuencias en nuestro planeta. El principal depredador es el ser humano, según el último informe del Fondo Mundial para la Naturaleza, que reveló una serie de alarmantes cifras: en 50 años se perdió el 20% de la Amazonía; ya desapareció la mitad de los corales de agua del planeta, los mamíferos han visto reducido sus hábitats en un 22%, Centro y Sudamérica han perdido el 89% de sus especies y los peces de agua dulce han sufrido la tasa de extinción más alta a nivel mundial. La actividad humana está empujando hasta el límite los ecosistemas del planeta de los que depende la vida sobre la Tierra y la ONU ha sido categórica en señalar que si el cambio climático continúa, los efectos en la Tierra van a ser irreversibles.