Científicos han trabajado utilizando la biotecnología digital, con una técnica conocida como CRISPR-Cas9. Japón es una de las naciones que ha implementado enfoques regulatorios para que estas técnicas sean empleadas en la agricultura.
El tomate no es inmune a los problemas ocasionados por el cambio climático y para su producción la falta de agua se convierte en la principal amenaza. Por eso han pasado de la tierra a los laboratorios, donde científicos trabajan en los alimentos del futuro, que sean capaces de resistir a problemas como la sequía y la degradación de los suelos. En este ámbito, el tomate ha sido pionero. Esto se logra utilizando biotecnología digital. Una técnica conocida como CRISPR-Cas9 funciona como un editor genético, el que no sólo asegura que el tomate siga llegando a nuestra mesa, sino que además que al comerlo estemos reforzando nuestro organismo. "Se logró que una molécula, un aminoácido en particular que se llama Gaba, se acumulase dentro del tomate. Este aminoácido por distintas reacciones dentro de la fisiología de nuestro organismo permite reducir los efectos de la hipertensión", contó Miguel Ángel Sánchez, director ejecutivo de ChileBIO. Esto fue logrado en Japón, una de las 12 naciones que ha decidido implementar enfoques regulatorios para que este tipo de técnicas sea empleada en la agricultura. Chile está dentro de ellos.