En medio de la cuarentena, la demanda de sistemas de aire acondicionado aumentó en un 900% en el país. Una investigación estadounidense puso en duda sus ventajas, señalando que su funcionamiento podría contribuir a la propagación del COVID-19.
La crisis sanitaria por el COVID-19 mantiene a una parte importante bajo aislamiento social en todo el mundo. Así como se ha incrementado el tiempo que los chilenos permanecen en sus hogares, también se registró un importante aumento en la venta de dispositivos de aire acondicionado y purificadores de aire en un 900% en el país.
Pese a estas cifras positivas para el comercio, un reciente estudio levantó dudas respecto a los posibles efectos colaterales del uso del aire acondicionado y su relación con la propagación del coronavirus.
La investigación fue publicada por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) y analizó un caso registrado recientemente en un local de comida en China, donde se generó un brote de COVID-19 que afectó a tres familias.
Los hechos ocurrieron a fines de enero en la ciudad china de Guangzhou, donde diez clientes, que se encontraban consumiendo alimentos en mesas vecinas dentro del mismo restaurante, dieron positivo al virus. El siguiente gráfico explica la posición de cada uno y cómo habría sido el contagio.
Uno de los clientes acudió al local sin haber presentado sintomatología e ignorando que se había contagiado en el exterior. Las dos familias restantes no habían mantenido contacto con ningún caso confirmado, por lo que la única fuente conocida de exposición habría sido el restaurante.
El estudio concluyó que la transmisión se debió a la presencia de aire acondicionado, que habría permitido la propagación de las gotitas hacia las mesas vecinas. El factor clave habría sido la dirección del flujo de aire.
Los sistemas de aire acondicionado tienen el objetivo de mantener condiciones de temperatura, humedad, limpieza y movimiento de aire. Su operación se basa en el transporte de calor de un foco a otro; es decir, intercambiar el calor interior de un recinto por el del exterior mediante un sistema de climatización. Lo anterior se logra mediante la evaporación y condensación del líquido refrigerante que circula dentro de las cañerías y permite la absorción y descarga de calor.
“Considerando el tamaño de las microgotas que podrían ser dispersadas por una persona con COVID-19, y debido a las corrientes de aire inducidas por los sistemas de climatización, es muy factible que el virus pueda ser arrastrado y luego inyectado a mayor velocidad y con un mayor alcance en el proceso de climatizar el recinto”, explica Rodrigo Paillaqueo, ingeniero de ejecución en climatización de la Universidad de Santiago.
Lee también: Temperatura del refrigerador puede extender la vida del coronavirus por 14 días en alimentosDentro de su avanzada tecnología, algunos sistemas como los purificadores de aire modernos cuentan con filtro HEPA, una modalidad que captura un alto porcentaje de material particulado en suspensión. Pese a que ayuda a combatir problemas de alergias y asma, no se ha comprobado que sea efectivo con el COVID-19.
Así lo explicó el doctor Jorge Jorquera, broncopulmonar de la Clínica Las Condes: “Son capaces de purificar el aire intradomiciliario, pero sobre todo el polvo en suspensión, alérgenos o algunos ácaros, pero no está claro que sirva para coronavirus. Los filtros HEPA que usan estos equipos pueden atrapar partículas pero no necesariamente eliminarlas, y después, cuando uno los enciende, como ocurre en automóviles, lo primero que lanza son las impurezas que fueron atrapadas durante el periodo de encendido previo”.
Lee también: Viróloga advierte “fragilidad” en Chile por COVID-19: “Vamos hacia una dirección en la que hospitales podrían colapsar”Según Paillaqueo, los filtros HEPA suelen ser utilizados en laboratorios y hospitales, pero los filtros de los sistemas de climatización convencionales no atraparían el COVID-19. Siguiendo esta misma línea, la Federación Europea de Calefacción, Ventilación y Aire Acondicionado (REHVA, por sus siglas en inglés) entrega recomendaciones respecto al uso de los sistemas de climatización. Entre ellos destacan mantener los sistemas operando siempre, realizar una constante limpieza a los filtros y establecer máximas condiciones de ventilación de aire fresco en recintos climatizados.
La mirada de algunos expertos asegura la posibilidad de que los sistemas de aire acondicionado sean un riesgo ante la pandemia. Para otros, hace necesario distinguir el tipo de partículas que son capturadas por estos artefactos tecnológicos.
Así lo explica el doctor Christian Palavecino, investigador de la Facultad de Salud de la Universidad Central, quien hace una distinción entre dos conceptos: “El aire acondicionado, efectivamente, puede propagar infecciones, pero básicamente con bacterias, que pueden multiplicarse al interior de superficies inanimadas. Los virus son mil veces más pequeños que las bacterias y no pueden hacerlo, necesitan infectar a un organismo viviente para multiplicarse. En los condensadores de los aires acondicionados las bacterias proliferan, pero no los virus”.
De esta forma, hay profesionales del área que cuestionan que el COVID-19 pueda proliferar a través de elementos de este tipo. “Pero eso hay que investigarlo, aún no hay datos para aseverar o refutar que el aire acondicionado por sí mismo sea responsable de diseminar el virus”, agrega Palavecino.
Considerando esta alternativa, lo que habría ocurrido en China podría traducirse en que, pese a que los clientes del restaurante se encontraban a una distancia prudente, el funcionamiento de un sistema de aire acondicionado acortó los espacios y provocó que las partículas recorrieran una mayor trayectoria o que permanecieran suspendidas por más tiempo de lo habitual.
Lee también: “No sabía que tenía tantas ganas de vivir”: Habla joven internado en la UCI por COVID-19 que fue dado de altaEn un escenario incierto y con una diversidad de hipótesis, el llamado de los expertos continúa enfocándose en el aislamiento y en el distanciamiento social, para así, evitar lugares confinados y aglomeraciones.
“Hay que ventilarlos, y no con estos artefactos tecnológicos, sino que, abriendo las ventanas. Además, hay que iluminarlos, porque la luz de sol es un buen germicida. Se necesita aire circulante, que salga hacia el exterior y no se mantenga durante mucho tiempo en el mismo recinto”, concluyó Palavecino.