Nació en Argentina, pero se siente chileno. Es profesor de Educación Física, llegó a Universidad Católica este 2022 y ahora se ilusiona con jugar la Copa Libertadores. En entrevista con CHV Noticias, el meta relata su trayectoria y las dificultades que se viven en el ascenso. "Si hay algo que me enseñaron desde chico en mi casa es no darse por vencido", dice.
Resulta difícil pensar que Dinko Ante Peranich estimaba que tendría un nieto futbolista profesional una vez que arribó a Argentina a mediados del siglo XX. El hombre estaba cansado de la guerra en la ex Yugoslavia y se instaló en Chaco, provincia ubicada al norte del país trasandino.
En Sudamérica debió cambiar su habitual trabajo de pesca por uno en el campo, donde se dedicó a cosechar algodón. No solamente eso, sino que por normativas legales tuvo que modificar su nombre y apellido, quedando oficialmente como “Domingo Antonio Peranic”.
Pasó el tiempo y el ahora denominado Domingo se radicó definitivamente en Argentina con su esposa, teniendo hijos y nietos. Precisamente uno de éstos últimos comenzó rápidamente a amar el fútbol desde que creció en Ituzaingó, municipio ubicado a poco más de 40 kilómetros del conurbano de Buenos Aires.
Se trata de Nicolás Aldo Peranic, arquero que hace pocas semanas fue oficializado como refuerzo de Universidad Católica y tendrá la posibilidad a sus 36 años de buscar un inédito pentacampeonato en Chile y competir en Copa Libertadores.
Apenas se confirmó su fichaje por los cruzados, el guardameta afirmó en el sitio oficial del club que “es un sueño hecho realidad después de muchos años de venir remándola y luchando desde abajo. Es un premio a lo personal”.
Cuando Peranic menciona que es “desde abajo”, hace referencia a los más de 15 años en los que tuvo que competir en las categorías de ascenso del fútbol argentino y chileno, con todas las incomodidades y dificultades económicas que eso implica.
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En su natal Ituzaingó, un pequeño Nicolás de solamente 5 años observó cómo el portero de la selección argentina, Sergio Goycoechea, se lució en el Mundial de Italia 90 tras atajar cuatro penales en los cuartos de final, ante Yugoslavia, y semifinales, contra los locales.
Pese a que los albicelestes terminaron cayendo ante Alemania en la final, el actual futbolista sostiene que “ese Mundial lo recordamos más por las tandas de penales porque fue una bestialidad lo que 'Goyco' atajó”.
“A partir de ahí empecé, pero al mismo tiempo también jugaba básquet y realizaba varios deportes. Como a los 10 años quedé en Boca Juniors y me incliné por el fútbol y por el arco, especialmente", relata en entrevista con CHV Noticias.
Sin embargo, al poco tiempo tuvo que salir de los xeneizes por la restructuración en el club que ordenó el presidente Mauricio Macri en 1996 y que obligó a centenares de chicos a irse de la institución.
Luego, su familia se estableció en la localidad de Morón, donde aprovechó para jugar en el Deportivo Morón y posteriormente en Banfield, aunque en ninguno de ellos pudo cumplir su sueño de debutar en Primera División.
Fue entonces cuando inició su travesía por el ascenso argentino, comenzando el 2005 en Flandria con 20 años. Si bien Peranic logró parte de su objetivo de ser jugador profesional, todavía estaba el anhelo de jugar en la máxima categoría, algo que no le sería fácil de conseguir.
De ahí más, pasó por Acassuso, General Lamadrid, J.J. Urquiza, Defensores Unidos y Almagro, todos elencos de segunda o tercera división y donde el arquero tuvo que vivir duros momentos que todavía están en su memoria.
“Siempre convivías con la dificultad. Creo que en el 80% de mi carrera en Argentina los clubes siempre me debían algo. Nunca llegaban a completarte el sueldo, siempre era un poquito de acá o este mes te pagamos esto y al otro te completamos. Y así se iba haciendo la pelota de nieve y a fin de año llegabas tres o cuatro meses abajo”, cuenta.
Si bien aclara que los salarios “no eran para hacerte millonario, pero sí para vivir”, estas complejidades le impedían proyectarse en su carrera, ya que estaba obligado a “vivir el día a día”. De igual modo, admite que “trataba de buscar la forma para subsistir, para ir pasando los baches y pensando que la única forma que tienes de progresar es, más allá de todo, entrenarte bien y demostrar el fin de semana para tener una oportunidad".
El guardapalos añade otras situaciones no tan conocidas por los hinchas y muy “habituales” en las categorías menores del fútbol, como lo es viajar el mismo día del partido, la poca preocupación por la alimentación, casi nula entrega de colaciones de parte de los clubes y la ropa de entrenamiento, la que en más de una ocasión debió llevarse él mismo a su casa para lavarla, secarla y utilizarla en el siguiente entrenamiento.
A pesar de todo, Peranic cataloga las vivencias como “cosas menores” y recalca que nunca serán “un mal recuerdo”. “Las tomo como cosas que me fueron moldeando desde hace varios años, porque cuando uno tiene más cosas las aprovecha y las valora más. Obviamente que es lindo tener esas comodidades, pero lo importante es el juego. Muchos clubes te dan la posibilidad de desarrollarte en tu profesión y esas cosas las dejas pasar o no le das tanta importancia”.
Lee también: Berdine Castillo, la recordwoman chilena que quiere imponer los triunfos por encima de su historiaAl no tener una remuneración estable producto de las constantes deudas que las instituciones tenían con él, el arquero se mentalizó en hacer otras cosas como estudiar. Es más, Nicolás es profesor recibido de Educación Física, al igual que su esposa, y empezó a trabajar en equipos de futsal, aunque indica que nunca pasó necesidades.
Además, su familia tiene una pyme enfocada en la metalurgia y comenzó a colaborar durante las tardes, actividad que siguió haciendo hasta que le salió la transferencia a Chile.
“Cuando te casas la cosa cambia. En el último tiempo antes de venirme a Chile salía a entrenar y a la tarde iba al taller. Yo disfrutaba el hacer algo más para desconectarme y no estar todo el día pensando en fútbol. Obviamente que ayudaba el tener un ingreso extra, pero nunca pasé necesidades. Eso sí, no me sobraba nada", cuenta.
—¿Nunca se te pasó por la mente abandonar el fútbol?
—No. Quizás cuando era más chico y veía que estaba difícil, pero mi viejo y mi señora siempre me decían "dale, no aflojes. Ya a va a venir". Si no logras jugar en primera y te vas al ascenso crees que todo va a ser para arriba, pero te das cuenta que en el fútbol argentino hay buenos jugadores y la competencia es muy grande. Quizás ahí sientes otro remezón de decir "uy, ahora qué hago". Pero darme por vencido o decir "hasta acá llegué", jamás.
Su fuerza mental y la motivación de la familia hicieron que Peranic nunca dejara de perseguir sus objetivos, ni siquiera en los momentos más complejos. “Me haya costado mucho o poco, siempre quise más. Fueron pasando los años y de la cabeza no envejeces. Si te sientes bien quieres más y por eso nunca me doy por rendido”, dice.
“Siempre di el mayor de los esfuerzos. Cuando me iba a costar a la noche apoyaba la cabeza en la almohada y decía 'lo di todo'. Si me alcanza o no depende de muchas cosas, pero hay que quedarse tranquilo en que uno lo entregó todo y no estar diciendo 'si hubiera entrenado más' o 'si hubiera descansado más', no. No hay que dar ese espacio a la duda con uno mismo”, agrega.
Tras un último paso en Almagro, finalmente Nicolás Peranic recaló en la Primera B del fútbol profesional chileno para defender a Magallanes a principios de 2015, al borde de cumplir 30 años.
Sin embargo, el propio arquero revela que tuvo posibilidades de haber llegado antes al campeonato nacional, pero se negó producto de que pretendía llegar a jugar en la Primera División de Argentina, algo que no terminó ocurriendo.
En nuestro país se encontró con situaciones que no le había tocado vivir y que permitieron un alza en su rendimiento. A raíz de esto, señala que si hubiera tomado las oportunidades anteriores “capaz que lo hubiera pasado mejor. Arrepentirse es una palabra que no suelo utilizar, pero cuando llegué acá pensé que podría haber venido antes”.
—¿Qué encontraste acá que te hizo pensar eso?
—Cuando llegué a Magallanes me pregunté "¿Dónde vine?". Tenía todas las comodidades para mí y mi familia. En Argentina no estaba acostumbrado a que te cumplieran (con los salarios). En Magallanes era religioso el tema de los sueldos y la organización cuando viajabas. Entonces, te encuentras en otro ambiente que te ayuda a desarrollarte como profesional, porque te dan todo.
El guardameta comenta que su nivel “inmediatamente aumentó” al no tener otras preocupaciones. Es más, asegura que “en Argentina hay pocos equipos que se manejan de esa manera, por lo menos en los que uno va conociendo, hay algunos de hasta Primera División que no te dan las comodidades de las instituciones de acá".
Posteriormente, vinieron los pasos por San Marcos de Arica y Deportes Melipilla, todos elencos de la segunda categoría y en los que continuó buscando su anhelo de poder jugar en la máxima división del profesionalismo, lo que terminó consiguiendo el 7 de febrero del 2021 con el ascenso de los potros tras una dramática definición a penales ante Unión San Felipe.
En dicho encuentro, el trasandino tapó dos lanzamientos y se convirtió en el gran héroe de toda una ciudad que disfrutaba el retorno a Primera División tras 13 años. El sueño por fin se cumpliría.
El 27 de marzo del 2021, Nicolás Peranic jugó oficialmente su primer partido en la máxima categoría con 35 años. Si bien Melipilla cayó 2-0 ante Curicó Unido. El objetivo se logró, aunque siempre quiso ir por más.
“Todos nos movemos en base a sueños o metas. Cuando era chico mi meta era ser profesional, después era poder jugar en Primera División. Lo hice sin guardar ningún esfuerzo, después si pasa o no es otro tema. Por suerte lo conseguí y lo disfruté mucho, a pesar de lo deportivo. Eso hace que quieras más, como ir a una competencia internacional. Siempre hay que ir poniéndose metas a corto plazo y tratar de cumplirlas, luchar para llegar a ellas", destaca.
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Tras una campaña en los potros en los que disputó todos los partidos y se lució tapando penales claves, equipos más importantes comenzaron a poner sus ojos en el guardameta, pese a que su elenco terminó descendiendo a la Primera B por secretaría.
Si bien confesó tener “varias opciones”, firmó contrato con Universidad Católica y fue anunciado el 24 de enero pasado. A sus 36 años, el chico de Ituzaingó tendrá la opción de disputar por primera vez en su carrera la Copa Libertadores.
—¿Cómo fue tu reacción cuando te llamaron de Universidad Católica?
—Tenía felicidad plena. Fue una decisión familiar con mi señora y los nenes (hijos) se enteraron unos días antes para que no estén tan ansiosos. Con mi representante (Gerardo Godoy) vimos varias opciones, pero nos la jugamos y resultó lo de Católica. Fueron días en que uno va desechando oportunidades laborales y cuando se concretó fue emocionante, pero más que por mí es por el entorno cercano. Mi familia, mis hijos, mi familia en Buenos Aires y mis amigos.
Aquí, Nicolás nuevamente reflexiona que “a uno lo mueve más lo que le pasa al resto que a uno mismo, porque tú sigues en la misma. No me quedó con eso de que 'firmé en Católica y listo'. Es un sueño hecho realidad, pero desde ya te tienes que meter el chip de que tienes que ir por más y demostrar el por qué te dieron esta oportunidad".
Tras ser presentado, se unió inmediatamente a las órdenes del técnico Cristian Paulucci de cara a la nueva temporada y señala que dará todo en los entrenamientos para ganarse un puesto, aunque también tiene la mente puesta en otro propósito muy particular.
Se trata de un trámite que evaluó con su familia y que decidió realizarlo, es la nacionalización como ciudadano chileno. Esto, le permitirá dejar de ocupar un cupo de extranjero y tener más facilidades en el fútbol nacional, diligencia que espera tener lista prontamente.
“Desde que llegamos el 2015 nos hemos sentido acogidos por el país. Nos hemos sentido muy cómodos, nos han abierto las puertas en Santiago y en Arica. Es más, tengo dos hijos nacidos acá. Soy chileno, me siento así y uno está inmerso en la idiosincrasia”, revela.
Al mismo tiempo, el propio arquero dice no ser “caradura” y admite que el convertirse oficialmente en compatriota “es algo para mi profesión. Le estás dando una mano a la institución que te puede llegar a contratar porque los cupos de extranjeros están copados y te abre posibilidades de trabajo".
Sobre su futuro, no descarta volver a radicarse en Argentina, pero señala que la idea de quedarse en Chile “es cada vez más fuerte” debido a que sus tres hijos están en plena etapa de crecimiento y un cambio brusco no está planificado para ellos.
También, cuenta que una vez retirado del profesionalismo le gustaría seguir ligado al fútbol, aprovechando que es profesor de Educación Física, ya que claramente “no me veo haciendo otra cosa o sentado en una oficina, me vuelvo loco”.
Lee también: El bicampeón Jean Beausejour le dice adiós al fútbol a los 37 añosEn su nuevo club, Peranic deberá pelear el puesto con el seleccionado nacional Sebastián "Zanahoria" Pérez, quien a sus 31 años está viviendo el mejor momento de su carrera. Además, están en el plantel los jóvenes Joaquín Ballesteros y Thomas Guillier, de 19 y 17 años, respectivamente.
En el caso de estos dos últimos, el propio guardameta revela que no tiene ningún inconveniente en aconsejar a sus novatos colegas en los primeros pasos que están dando en el profesionalismo.
—¿Qué mensaje de motivación le entregarías a los más jóvenes están llenos de ilusiones?
—Primero, el no rendirse. Si hay algo que me enseñaron desde chico en mi casa es no darse por vencido y dejar de perseguir sueños. A no dejar que nada que tengas enfrente te haga tirar la toalla. Siempre va a haber dificultades y gente a la que las cosas le resultan las cosas antes o más fácil, pero eso no tiene que hacer que uno se desanime”.
En este punto, el trasandino sostiene que las metas deben ser “claras y posibles, porque si te digo que una meta mía es jugar en Paris Saint-Germain me vas a decir que estoy loco. Obviamente que a eso no voy a llegar, pero sí ponerte metas y plazos que uno pueda cumplir. No importa el esfuerzo que tengas que hacer, no hay que aflojar pase lo que pase. Yo siempre pensé así".
Al tener más experiencia, el futbolista vuelve a repasar que los objetivos no siempre se dan a la primera y que los más jóvenes tienden a desmotivarse por eso. “Hoy en día está mucho esta cultura de la inmediatez, de que todo el mundo piensa que las cosas son rápidas y a veces no pasa”.
“En las redes sociales se ven los triunfos ajenos y eso hace que uno crea que las cosas van a ser así. Hay miles de casos de gente que perseveró, luchó y llegó a cumplir sus objetivos", insiste.
Ahora, Nicolás está enfocado en debutar en su nuevo equipo y en hacer sentir orgullosos a su pareja, a sus padres, sus amigos y también a Mirko, Lorenzo y Olivia, sus hijos. Porque como él mismo enfatiza en su Instagram: “No hay metas inalcanzables, solo hay gente que se rinde a mitad de camino. Insistir, persistir y nunca desistir”.
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