Tanto las temperaturas mínimas como las máximas estarían por sobre los rangos acostumbrados durante los meses estivales en gran parte del país. En Santiago, el promedio de la temperatura máxima normal para enero es de 30,1°.
¿Sufres o disfrutas con el calor? Más allá de los gustos, y acorde con la tendencia de la última década, los especialistas pronostican un verano 2021 con temperaturas mínimas y máximas por sobre los rangos considerados normales en gran parte de Chile.
Así lo detallaron los climatólogos de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), quienes anticipan que la temperatura máxima estaría por sobre lo normal “en el tramo interior y cordillerano desde Arica-Parinacota hasta Aysén”. Sólo se presentaría por debajo de los promedios habituales “en la costa desde la región de Arica-Parinacota hasta Coquimbo”.
En el caso particular de Valparaíso y Viña del Mar, los rangos normales de las máximas oscilan entre 20 y 21 grados Celsius en la línea costera. En Santiago, en cambio, lo habitual es que las temperaturas de la tarde se muevan entre 29 y 30 grados durante el verano. De hecho, enero es el mes más cálido en la capital con una media de la temperatura máxima de 30,1°.
Lee también: ¿Cuándo llegará el nuevo verano? Conoce las curiosidades de la estación del calorEn cuanto a las temperaturas mínimas, los especialistas de la DMC pronostican que sus promedios estarían dentro de los rangos normales o por sobre los habituales “desde la región de Arica-Parinacota hasta Aysén”.
Chile suma 11 años inmerso en la peor sequía de su historia. En el caso particular de la zona central (Valparaíso a Biobío) ya son 13 años consecutivos con déficit de lluvias. Y aunque durante el verano las precipitaciones son escasas; el pronóstico para la presente estación es aún más deficiente.
La cantidad de lluvias que se podría acumular sería normal o bajo lo normal desde Maule hasta Magallanes. En este análisis, no entra la zona centro-norte debido a que la estación es muy seca.
En dónde se debe poner atención durante este verano es en el altiplano, ya que a las lluvias habituales en esta época se suma el incentivo que reciben estas con la presencia del fenómeno La Niña.
La Niña es sinónimo de menos lluvias en el centro-sur del país, pero aumenta la posibilidad de mayores precipitaciones en el altiplano con el consiguiente riesgo de aluviones, escurrimiento de agua y sedimentos por las quebradas y el aumento sorpresivo de los caudales de los ríos.
En cuanto a este fenómeno, en que las aguas del océano Pacífico ecuatorial se enfrían frente a las costas sudamericanas, los expertos de la DMC estiman que existe un 65% de certeza en que mantendrá hasta el otoño del nuevo año.