El avance de los rebeldes obligaron al presidente Bashar Al-Assad a salir de Siria y buscar asilo político en Rusia, país que por años ha sido su principal aliado y donde fue recibido por su par, Vladimir Putin. Los grupos rebeldes que lideraron la ofensiva ingresaron a las propiedades del depuesto gobernante y dieron cuenta de importantes lujos como vehículos de alta y objetos de valor en un país donde el 90% de sus habitantes se encuentra por debajo de la línea de la pobreza.