Tras la declaración de la Ley Marcial en ese país, el mandatario de Corea del Sur, Yoon Seuk-Yeol, recibió un portazo en el Congreso y se vio obligado a levantar la medida que restringía una serie de libertades y manifestaciones políticas, en medio de una escalada de tensión al interior de ese país, en la que acusaba a la oposición de "actividades anti-estatales". Tras la determinación, las fuerzas militares se retiraron de las calles, mientras que ciudadanos han comenzado a protestar para exigir un juicio político contra la autoridad.