Lisa-Maria Kellermayr se quitó la vida luego de ser víctima de numerosos acosos por desconocidos. Si bien llegó a denunciar el tema, la policía aparentemente nunca investigó a los autores de los delitos.
Lisa-Maria Kellermayr, de 36 años, fue hallada muerta la semana pasada en su propia consulta de Wels, en el oeste del país, junto a tres notas, cuyo contenido no se ha hecho público.
Luego de que las autoridades confirmaran que se trató de un suicidio, miles de personas se concentraron este lunes en las principales ciudades de la nación para expresar su solidaridad y conmoción por el deceso de la especialista, a quien la Policía no brindó protección ni tampoco investigó sus denuncias de amenazas.
Encabezados por el presidente federal, Alexander Van der Bellen, los principales políticos del país expresaron su consternación por la muerte de la médica, cuyo caso de amenazas era conocido públicamente desde hace meses.
"Pongamos fin a esta intimidación y al fomento del miedo. El odio y la intolerancia no tienen cabida en nuestra Austria", denunció el jefe de Estado durante una concentración en Viena.
Específicamente, el acosó comenzó el 16 de noviembre de 2021, con una manifestación de antivacunas frente al hospital de Wels, una ciudad de 40.000 habitantes.
Kellermayr escribió ese día en su cuenta de Twitter que "una manifestación de teóricos de la conspiración bloquea la entrada del hospital y la salida de las ambulancias".
Horas después, el hospital aseguró que tanto las ambulancias como los pacientes podían entrar y salir de la clínica, y la Policía local desmintió el mensaje de Kellermayr y la acusó de falsear la información deliberadamente.
Kellermayr decidió borrar su mensaje y pidió a la Policía que eliminara también su respuesta, una solicitud que no fue atendida. Tampoco se abrió una investigación sobre las amenazas que sufría y un portavoz llegó a acusarla de buscar sólo la fama.
Con el paso de los meses, las amenazas en las redes sociales dieron paso a ataques físicos, como cuando un grupo de antivacunas irrumpió en su consulta y difundió luego imágenes de sus empleados y pacientes a través de la aplicación de mensajes Telegram.
Ante la pasividad de las autoridades locales, una "hacker" alemana se puso en contacto con la doctora y se ofreció a investigar el caso. En solamente en seis meses, gastó 100 mil euros en seguridad privada, aunque finalmente la doctora cerró en junio su consulta.
Tras el suicidio, muchos grupos antivacunas se han alegrado abiertamente de su muerte en Telegram, especulando que la doctora podría haber muerto como consecuencia de la vacunación.
Otros usuarios aseguran que Kellermayr se quitó la vida por sentirse culpable de haber provocado tantas "víctimas de la vacunación".