Daniel Córdoba contó que todo comenzó como una terapia para enfrentar la partida de su madre. Dijo tener la agenda llena y que nunca se ha sentido discriminado.
Daniel Córdoba
ordena, lava platos y hace aseo profundo no solo porque sea su hobby, sino porque
también es su terapia: En 2020 sufrió la pérdida de su madre, quien
también se dedicaba a las tareas domésticas del hogar.
Con 34 años,
nació y creció en la ciudad de Comodoro Rivadavia en
Argentina. All creció junto a
su madre, Teresa -chilena-, y sus tres hermanas. "Todos hacíamos todo. Cuando yo era chico,
limpiar era una tarea familiar más", recordó en
Infobae.
¿Cómo llegó a ser empleado doméstico?
En su paso por la educación superior,
Daniel inició la carrera de Contador Público, pero al poco tiempo la dejó. "Me ofrecieron mi primer empleo en una empresa de maestranza y estuve allí tres años. Luego, pasé por otros y
desde hace siete estoy como encargado de un edificio", añadió.
Sin embargo, lo que no imaginó en ese instante fue que
seguiría el mismo rumbo de su difunta madre, pues, en plena pandemia, el administrador del edificio
le preguntó si quería trabajar limpiando su oficina y la casa de su hija para que se mantuviera distraído tras la sensible partida.
Aceptó y, aunque creyó que sería temporal, estuvo equivocado. "Me siguieron contratando y
se convirtió en otro trabajo fijo en el que ya estoy hace tres años", dijo sobre su primera experiencia como empleado doméstico.
"
Para mí limpiar no es un trabajo,lo vivo como un hobby porque me gusta hacerlo.
No creo que sea denigrante", dijo en el medio argentino, revelando, de paso, que
toda su semana "está completa" y que no tiene espacio para nuevas familias.
Combatiendo los estereotipos
En ese sentido, agradeció que
nunca se ha sentido discriminado, sino que "todo lo contrario", considerando que se trata de un trabajo asociado históricamente a la mujer
debido a los estereotipos de género. "Sí sentí temor al principio, porque este trabajo, en el que
uno se mete en la vida íntima de una persona, implica una gran responsabilidad".
“Muchos no lo cuentan a viva voz porque
tienen miedo de ser discriminados, pero es un trabajo tan noble como otro.
No nos tiene que dar vergüenza, ya
no hay trabajo de hombres o de mujeres solamente”, concluyó Córdoba.