En su declaración ante la PDI tras la detención de sus dos hijos mayores, Nabila Rifo acusó haber sido víctima de violencia intrafamiliar por parte de Bañares. Sin embargo, aseguró que "no era malo". En cuanto a sus hijos, dijo que "son niños de bien".
Fue a comienzos de febrero cuando se dio a conocer la
detención de dos hijos de Nabila Rifo por ser los
presuntos autores del crimen contra quien era la actual pareja de su madre,
Ignacio Gerardo Bañares.
El hecho que se produjo el 1 de febrero dejó a
ambos jóvenes privados de libertad, pero con diferentes cautelares debido a sus edades.
En su confesión a la PDI, según dio a conocer
Bío Bío Chile, ambos apuntaron a dos puntos como motores detrás de su actuar: El primero fue
una presunta legítima defensa; y el segundo, un
historial de violencia de Bañares contra su madre, Nabila Rifo.
Historial de abusos
Rifo y Bañares se conocieron a través de Facebook, la que permitió que este hombre hiciera un arreglo mecánico a su vehículo. Así surgió una amistad que con los meses se transformó en una relación de la cual
J.T.R. y su
hermano mayor F.T.R. fueron testigos.
F. fue el primero en alertar un hecho de violencia en contra de su madre. Según su relato, le contó a su hermano J. que Bañares habría llegado borracho a la casa, empujado a Nabila y luego tomó un cuchillo, el cual usó para dañar la puerta.
En ese primer hito
decidieron no denunciar, pero días después ocurrió otro suceso.
"
Una noche, mi madre discute con Gerardo por la cantidad de leña que le estaba echando a la estufa. Él le grita algo, como una insolencia, y luego se le acerca y
le da un combo en la guata. No lo vi, pero escuché a mi madre que se quejaba. Yo le pregunté a Gerardo que qué estaba haciendo y él tomó todas sus herramientas y se fue", fue el relato de J. a la PDI, según el medio mencionado.
Luego de este hecho, presentaron una denuncia y llegó Carabineros a casa; pero
Ignacio Gerardo Bañares regresó al domicilio en menos de 24 horas.
Siguiendo con estas agresiones ocurridas en agosto, fue en octubre cuando
se registró otro episodio mientras Bañares y Rifo estaban cocinando. J. fue quien vio cómo este hombre
golpeó a su madre en la cara, y tras esto, ella les pidió que se fueran a casa de su abuela.
Pero
Bañares intervino y les gritó que no podían irse "porque estaba preparando el almuerzo". El hijo de Nabila decidió encararlo, pero habría recibido una amenaza con un cuchillo y la posterior salida del victimario de la vivienda.
"Él siempre actuó igual.
Mi madre me contó que en la calle varias veces la golpeó con patadas o combos que a ella le dolían, pero no lo denunció. Yo nunca vi esos episodios, sólo me los contaron", complementó el joven.
Por su parte, en el caso de F., su relato de los hechos de violencia fueron un tanto escuetos ante la PDI. Aún así reconoció que
nunca se llevó bien con Bañares y que tenía conocimiento de que en múltiples ocasiones éste golpeó a su madre.
Una declaración a la que se sumó
Nabila Rifo, asegurando que sus hijos
"siempre me defendían, pero Gerardo no era malo. A veces me gritaba, pero siempre lograba calmarlo". En cuanto a sus hijos, eso sí, advirtió que
"yo les enseñé a ser niños de bien".
El día del homicidio
Finalmente, fue pasadas las 21:00 horas del 1 de febrero cuando se desató la tragedia.
Los gritos alertaron a Nabila y sus dos hijos mayores, así como sus otros dos hijos que viven con ella, de 11 y 12 años.
"Ahí está tu maridito, te está rompiendo la casa", le habría dicho F. a su madre. Ella, al ver la escena, optó por llamar a Carabineros; pero la trifulca sólo continuó aumentando, hasta que F. y J. encararon al atacante para no dejarlo entrar.
En su versión de los hechos,
F. sacó de su habitación una manopla y contó que le pidió a Bañares que se calmara; esto no sirvió y sólo lo enfureció más, llevando a que el sujeto tomara una piedra para golpearlo.
"Te voy a hacer mier... cabro cul...", le habría dicho, momento en que utilizó esta arma para defenderse.
"Pensé que me podía matar y decidí golpearlo con la manopla. Pero al retroceder un poco, me tropecé con los peldaños de la escalera y caí de espalda.
Quedé en una postura inclinada y Gerardo se abalanzó sobre mí para golpearme, iniciándose un intercambio de golpes", agregó.
Paralelamente,
su hermano J. estaba premunido con el bate de béisbol; un elemento que utilizó para apalear a Bañares en la cabeza en defensa de F.; un movimiento que éste aprovechó para continuar
golpeando a Bañares con la manopla en su rostro y cráneo.
"
Yo tenía miedo y adrenalina. Creía que Gerardo podía volver a levantarse por lo que nos fuimos a casa de mi padre que vive a dos cuadras", explicó J.
Fiscalía cuestiona legítima defensa
Un cruel caso de violencia intrafamiliar que, luego de ser puestos a disposición de la Justicia,
F. quedó en prisión preventiva y J. con internación provisoria.
Durante la audiencia, el fiscal de Coyhaique José Moris expuso que "
la dinámica de los hechos dista de cualquier posible legítima defensa. Estamos hablando de una pelea, una discusión que deriva en una pelea, de una persona que vivía en ese domicilio y a la que se le agrede de manera tan alevosa que las lesiones son de una gravedad tal, que le producen el fallecimiento tres horas después".
Sin embargo, la defensa de ambos hermanos no sólo apuntó a este hecho en sí, sino que además al
historial de violencia que los rodea al menos desde el 2016, cuando
Nabila Rifo fue atacada por su entonces pareja y éste le quitó los ojos. Un suceso que remeció al país y que
además los expuso ante la opinión pública.
La detención de los hijos de Nabila Rifo
Todo se remonta a la noche del 1 de febrero, cuando
Ignacio Gerardo Bañares, pareja de Rifo, llegó hasta el domicilio que compartían y comenzó a gritar en una errática búsqueda de "su mujer". Algo que habría realizado en estado de ebriedad y lanzando piedras; y dado el historial de violencia que acumulaba, llevó a la intervención de estos dos jóvenes.
Fue así como un registro de cámaras de seguridad de un minimarket ubicado al frente de la casa, capturó el ataque que se desarrolló en cuestión de dos minutos. En esa dinámica se pudo establecer que
el fallecido recibió una treintena de golpes con una manopla y bate de béisbol.
Tras cometer el ilícito, los
dos atacantes e hijos de Rifo se dieron a la fuga. Pronto se sabría que corrieron a casa de su padre, quien vive a dos cuadras de distancia, y le pidieron ayuda.
De esa manera,
él los trasladó a la comisaría y sólo uno de ellos, el mayor, se bajó del auto para ir a declarar. El otro de ellos, menor de edad, decidió regresar al domicilio, siendo detenido momentos después.