La experta de Clínica Bupa Antofagasta explica los riesgos y efectos de la obesidad en los menores de edad, en un contexto en el que la actividad física, buena alimentación y cuidado de la salud mental ha sido difícil de llevar. Sobre esto, asegura que, a través de la "perseverancia y mucho amor" se puede fomentar hábitos que ayudarán a la salud de niños y adolescentes. "La pandemia del COVID-19 ha cambiado los patrones usuales de comportamiento en nuestra sociedad", expresa.
La Dra. Diana Molina, médico general infantil de Clínica Bupa Antofagasta, nos habla sobre la obesidad en niños y adolescentes sus causa y efectos en la población mas joven, donde destaca el riesgo y consecuencias que pueden traer a largo plazo en nuestros hijos.
Lee también: Con menos días de hospitalización y una rápida recuperación: Así es la cirugía láser para el crecimiento de próstata–¿Cómo ha afectado la pandemia a los niños y adolescentes en cuanto a sus hábitos alimenticios?
–La pandemia del COVID-19 ha cambiado los patrones usuales de comportamiento en nuestra sociedad. En la alimentación y asociado a la ansiedad por el contagio y al encierro hay tendencia a comer entre comidas, principalmente alimentos azucarados, harinas refinadas y bebidas junto a la imposibilidad de salir a practicar actividad física, lo que trae como consecuencia el aumento de peso debido al ingreso de calorías que no son metabolizadas sino depositadas en forma de grasa, con el consecuente aumento de la circunferencia abdominal y de peso. En resumen se ha roto la rutina diaria del desayuno-colegio-actividad física llevando a sobrepeso y luego obesidad en muchos niños y adolescentes.
–¿Cuándo un niño está en riesgo de tener sobrepeso u obesidad?
–Existen factores hereditarios que pueden conllevar al aumento de peso por encima de los valores normales para la edad y sexo, según tablas de la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, el mayor riesgo se encuentra en el patrón de alimentación familiar que se aprende según los hábitos alimenticios de los padres y que se manifiesta desde el embarazo, la infancia y la adolescencia.
–¿Puede el sobrepeso y obesidad derivar en algunas enfermedades a futuro?
–La obesidad infantil es la nueva pandemia que estamos enfrentando mundialmente. Está demostrado que el exceso de peso con el paso del tiempo puede originar enfermedades cardiovasculares por alteración en la capa interna de los vasos sanguíneos como hipertensión arterial e infarto del miocardio en los adultos, sino también enfermedades renales, intolerancia a la glucosa y diabetes, lesiones articulares en rodilla y cadera, problemas respiratorios como la apnea del sueño y hasta patologías con componente emocional como la depresión. En niños pequeños es posible evitar que a futuro desarrollen estas alteraciones fomentando el mantenimiento de peso adecuado para su edad y la práctica de actividad física.
–Si un niño ya tiene obesidad, ¿Cuál sería el camino a seguir para su control?
–La evaluación clínica y examen físico nos permitirá evaluar el estado nutricional y descartar, mediante algunas pruebas de laboratorio, si el problema del peso se debe a exceso de calorías o a una patología en especial. En el control de salud es necesario la medición del peso, talla, circunferencia abdominal y cálculo del índice de masa corporal IMC (peso entre talla al cuadrado) en mayores de 6 años o la relación peso/talla en menores de 6 años. La evaluación por nutricionista es necesaria para ayudar a los padres a establecer un patrón de alimentación más saludable, sustituir alimentos hipercalóricos por otros con mejores beneficios y crear un menú acorde a las necesidades de crecimiento y desarrollo del niño. Se recomienda la práctica de actividad física como mínimo 150 minutos a la semana que equivale a media hora diaria de lunes a viernes. Así mismo se deben limitar las horas de pantalla o videojuegos que se asocian a sedentarismo. Es posible, con perseverancia y mucho amor, fomentar estos hábitos de alimentación y actividad que ayudarán a la salud de niños y adolescentes.