Se estima que del año 2026 al 2045, más de 46 mil personas vivirán en zona de riesgo de inundación en el país. Además, se calcula que el mar avanza entre 1 a 1,5 metros por año. Lo anterior se logró establecer tras un estudio realizado por investigadores chilenos que reflejaron cuál será el impacto real del cambio climático.
12 de diciembre del 2019. Calor en Cartagena, litoral central. El sol cae descubierto y con fuerza. También hay un poco de viento. Son las 4 de la tarde y no más de 60 personas permanecen en la que llaman La Playa Grande. Aunque de grande, poco le queda: Desde la altura, se aprecia que la marea termina apenas a unos 50 metros del muro que da inicio a la costanera.
La playa se achica año tras año. El mar, que no da tregua, presenta su furia natural que este año cobró ya una víctima emblemática: un quiosco, uno de los varios que hay allí y que por años han sido parte del paisaje de este popular balneario. Terminó destruido por la marea, que no deja de subir.
“Producto de las marejadas, se derribó esta construcción (apunta hacia el quiosco). Se rompió, (y el mar) lo sacó a pedazos, sacó el concreto y se llevó gran parte”, explica Gloria Suazo, perteneciente al movimiento Deja La Playa Limpia.
Lee también: Olas de calor podrían llegar hasta los 40° en espacios cerrados: La primera llegará entre Navidad y año nuevoJunto a ella hacemos un pequeño recorrido. La imagen de lo que fue este espacio de ventas de golosinas y otros productos típicos, sorprende. Fue hace unos meses que el mar se encargó de arrasarlo.
“Esta es la vegetación", dice Gloria, quien apunta a la parte de abajo del quiosco que presenta algas crecidas. "Esto es producto de que siempre está sumergido, siempre está llegando el mar. Este lugar pasaba mucho tiempo bajo el agua”, agrega la activista.
Que el mar destruya las otras casetas comerciales insertas en la playa, parece que será cosa de tiempo.
Patricio Winckler es investigador y académico de la Universidad de Valparaíso. Lideró, junto a otros profesionales, un estudio encargado por el Ministerio de Medio Ambiente que buscaba determinar el impacto del cambio climático en las costas de Chile. Junto a él, hacemos un ejercicio simple, sobre un mapa satelital de la playa La Boca, en Concón.
“Es una playa de surf”, advierte Patricio. Al mirar el plano de esta bahía en el año 2004 se logra divisar hasta dónde llegaba la línea de costa. La comparación con la misma playa en este año 2019 es evidente. La playa ha retrocedido al menos un metro. El mar avanza hacia donde está la ciudad. Lo peor, es que también se divisa cómo se sigue construyendo cerca de la línea de playa, sabiendo que el mar avanza.
“El problema acá, es que hay un mal emplazamiento. Históricamente se ha demostrado que estos son lugares bastante riesgosos”, explica Winckler.
Carolina Martínez, investigadora, quien forma parte del Observatorio de la Costa, agrega otro antecedente: “De 34 playas en Chile, el 80% de estas tienen erosión alta o muy alta. Es decir, retroceden al menos 1,2 metros por año, durante los últimos 40 años”.
Los efectos del cambio climático son evidentes. Las marejadas se han hecho más comunes, con todos los problemas que ello conlleva. Avenida Perú en Viña del Mar, la mencionada Playa Grande en Cartagena, o el Faro en La Serena, son lugares donde se ha presentado este fenómeno natural.
Sobre este último lugar, Winckler muestra un dron que apunta desde el mar hacia el faro, imagen que evidencia los proyectos inmobiliarios que la acompañan en el borde costero. Al respecto comenta que “piensa que todo esto eran territorios agrícolas, y ahora hay un desarrollo inmobiliario, y los edificios están ubicados a una cota súper baja. Entonces, eventualmente, de aquí a 30 o 40 años más, vas a tener un problema de inundación”.
Lee también: Y la COP25, bien gracias: Noviembre 2019 fue el segundo más cálido de la historia en la TierraLas construcciones, junto a otros fenómenos, afectan el sedimento o la arena que forma la playa. Al alterarse esto, las playas retroceden y el mar avanza. Un problema que se repite en todo Chile. Basta ver el ejemplo de Papudo y su crecimiento inmobiliario sin control, expuesto en CHV Noticias en un reportaje anterior.
En ese caso, como en otros a lo largo del país, se han visto afectado los humedales costeros, que son aporte importante para contener el agua en caso de inundaciones.
Así lo explica Rodrigo Cienfuegos, director del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres, Cigiden: “Cuando hay lluvias, o inundaciones, este humedal o esta zona (apunta a una fotografía sacada del reportaje sobre Papudo, que muestra un humedal ubicado entre dos recientes edificios construidos) puede ser inundable. Cuando tenemos un tsunami vamos a tener una inundación importante de todo este sector. ¿Cómo aseguramos que las personas puedan evacuar de ahí? Es un tema que debiera estar normado”, explica.
Haciendo eco de lo anterior, Patricio Winckler, agrega: “Estos emplazamientos tienen que considerar que eventualmente habrá inundación. Idealmente, los futuros emplazamientos debieran retraerse e irse un poco más atrás”.
Según las proyecciones que realizó el mencionado estudio - cuyos resultados fueron expuestos en la reciente COP 25 - más de 46 mil personas y 18.336 viviendas estarán en zonas de riesgo de inundación entre los años 2026 y 2045.
Es por eso que los científicos llaman a las autoridades a fijar nuevas reglas del juego para construir en el borde costero.
Lee también: Proyectan que brecha de género se superaría recién en 100 años“Lo que se está buscando ahora es proponer una ley de costa que genere una gobernanza acorde a las necesidades del siglo XXI. Es decir, que incorpore los procesos adaptativos que se requieren para el cambio climático; que incorpore las condiciones de seguridad mínima para la vida humana”, cuenta Carolina Martínez.
Lo anterior, porque los límites se van corriendo cada año. Como muchas propiedades privadas están en el borde costero, lo que se considera playa pública por ley va avanzando cada vez más hacia estos lugares particulares, amenazando no solo la propiedad de esas construcciones, sino también la seguridad en caso de una emergencia.
Un tema urgente que -claramente- llama a nuestras autoridades a la acción.