Las ollas comunes han aportado el único alimento para miles de familias chilenas durante la pandemia. Algunas de ellas incluso se han mantenido, sobreviviendo gracias a la solidaridad de los demás. Jessica Silva es una mujer que se dedica hace un año, día a día, a cocinar para sus vecinos de Lo Hermida, en la comuna de Peñalolén. Según cuenta, las ganas de ayudar nacen como "un agradecimiento al cielo por haberme dejado a mi hijo vivo después que le llegó una bala loca". Y también como una muestra de solidaridad, ya que según cuenta, "uno no puede dejar sin comer un día a la gente, ya que la mayoría de los que van dependen 100% de la olla".