"El mismo Metro es un abuso. En hora punta no te pueden estar cobrando $800, siendo que ganas 300 lucas. Y tienes 3 hijos y eres la única persona que trabaja en tu casa", dice Javiera Arriagada, estudiante de cuarto medio.
Este es parte del relato de una joven estudiante que ha estado presente en las manifestaciones de los últimos 3 meses.
Fueron los escolares quienes dieron paso al estallido social que hoy vive Chile. Jóvenes como Javiera que hoy siguen movilizados no sólo por sus demandas, sino también por las de sus familias. Ellos aseguran que hasta ahora no habían sido escuchados.
"Yo siento ahora que los secundarios están siendo más valorados que antes y estamos siendo escuchados, porque al fin y al cabo nosotros fuimos los que impulsamos estas movilizaciones", relata Valentina Aguirre, estudiante de tercero medio.
La falta de acceso a una educación de calidad es una de sus principales demandas. Pero tras la realidad de estos jóvenes se esconde mucho más. Una lista larga de problemas en materia de transporte, trabajo y salud, que los afecta directamente tal como a otros miles de chilenos.
"Yo una vez me amanecí desde las 3 de la mañana hasta las siete de la tarde del otro día, o sea no me vas a negar que eso pasa. Entonces sí, las demandas son las mismas", nos cuenta Esteban Sandoval, también estudiante de tercero medio.
Conversamos con un grupo de estudiantes de la Escuela Agroecológica de Pirque. Han participado de las manifestaciones desde el inicio del estallido. Entre sus quejas está también el poco tiempo que pasan en familia debido a las largas jornadas de trabajo de sus padres.
"Repercute en una vida familiar, repercute en que hay niños que no tienen a sus papás ahí", explica Valentina Aguirre.
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"Hay muchas mamás solteras que están tratando de hacer algo por sus hijos, tienen que trabajar. Lamentablemente no siempre tienen el tiempo para ellos y ahí es donde se ve reflejado cómo crece el niño, los ideales que tiene", agrega Chanell Barrios estudiante de cuarto medio.
"Creces con un estigma social"
La falta de oportunidades, nos cuenta este grupo de ocho estudiantes, ha generado rabia y malestar en su generación. Por eso decidieron sacar la voz en las calles. Sienten que el lugar donde nacieron, el espacio donde viven y la educación a la que tienen acceso los marca de por vida.
"Desde el momento cero, desde el momento que a ti te ponen en una escuela pública. Desde el primer momento tienes un estigma social sobre ti", explica una estudiante de 16 años que prefiere no revelar su identidad.
El relato de estos menores es crudo y refleja las desigualdades que existen en Chile. A su corta edad están conscientes de las diferencias en la calidad de vida que tienen ellos y la élite de nuestro país.
"Y es todo por un prejuicio. Si eres 'flayte', eres roto. Y si vas a la Dehesa te tratan mal y te gritan. Nosotros vivimos en un mundo totalmente paralelo al de ellos", agrega Javiera Arriagada.
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Hablan con propiedad de sus demandas que hoy son colectivas. Piden ser incorporados a la construcción del país, pero el pasado 27 de noviembre el Senado rechazó el proyecto de ley que busca rebajar la edad para sufragar a partir de los 16 años. La pregunta ahora es ¿cómo pueden ser parte de la discusión, si se siguen cerrando puertas?
11/01/2020
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