Durante la pandemia, muchas ceremonias religiosas que se realizaban con total cotidianidad fueron suspendidas para evitar posibles contagios por COVID-19. Misas, matrimonios, bautizos y funerales se paralizaron, algunas iglesias cerraron completamente y otras incluso funcionaron como centros de vacunación. Ahora que la situación sanitaria ha mejorado, varios templos luchan contra el deterioro de su infraestructura a pesar de la poca actividad en los últimos meses. "Nos partía el alma ver gente rezando en la puerta, en la calle, gente de rodillas con una vela en la mano y la puerta cerrada. El día que se abrió fue interesante, la gente se emocionaba, lloraba, tocaba los santitos, la cruz, etcétera, y volver a encontrarnos. La esencia nuestra es la vida fraterna", señala el padre Alejandro Abarca, parroco de la Parroquia San Lázaro.