29/05/2021
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Dos de los canes son preparados para buscar explosivos, uno como apoyo a los equipos tácticos y otros dos para encontrar drogas. Para ello, los funcionarios usan un sucedáneo con aroma similar al de las sustancias ilícitas.
En enero sus ojos apenas se abrían y sólo buscaba la leche y el cariño de su madre. Anker, uno de los 5 cachorros pastores belgas Malinois que nacieron en la PDI, hoy tiene 4 meses y ni siquiera se imagina que su nombre tiene historia. "Anker es un perro que hace muchos años atrás, aproximadamente en los años 60, dio su vida trabajando. El nuevo Anker, Anker Junior, lleva en homenaje a nuestro perro mártir ese nombre tan potente para nosotros", cuenta Mario Allendes, instructor de la Briacan. Junto a sus hermanos Anakin, Antu, Alma y Atenea, todos con la letra A por ser la primera camada propia de la institución, tendrán una responsabilidad mayor. Dos de ellos son adiestrados para buscar explosivos, uno como apoyo a los equipos tácticos y otros dos para encontrar drogas, entre ellos Anker. "El ejercicio de detección consiste en que el perro olfatea 4 conos y va a generar un cambio de actitud, que es una alerta, el cual es sentarse al sentir el aroma del sucedáneo de droga. Como nuestra ley no lo permite, no usamos droga. Así que usamos este sucedáneo que simula un aroma de droga real", cuenta el subcomisario Héctor Sepúlveda, instructor de guías de la Briacan.
