Ana María Wahrenberg logró alejarse de un destino que amenazó la vida de ella y toda su familia. Su realidad cambió diametralmente al llegar a nuestro país y, a sus 91 años, decidió compartir sus recuerdos, pese a los duros momentos que vivió escapando del genocidio.
Los padres de Ana María Wahrenberg huyeron de Alemania a fines de los años '30, sobreviviendo al holocausto. Ella tenía apenas 8 años cuando decidieron emigrar a Sudamérica, donde por primera vez se sintieron a salvo, según reconoció la ahora mujer de 91 años. Su testimonio, junto a las de otros sobrevivientes judíos, hoy da la vuelta al mundo. “Me tocó vivir la ‘Noche de los cristales rotos’ en 1938, cuando se llevaron a mi papá al campo de concentración y, de ahí en adelante, cambié totalmente: viviendo siempre amenazada de muerte, tanto yo, mis padres y toda mi familia”. Pese a aquello, la esperanza le volvió al cuerpo el día que llegaron a Chile: “Lo primero que hice… el primer día domingo, mis padres me llevaron a la Plaza de Armas y de ahí fuimos a pie hasta el Parque Forestal, donde me pude subir a un columpio. Estaba libre, podía ir al colegio… podía hacer todo, como caminar sobre la vereda”, señaló con una mezcla de alegría, congoja y alivio esta mujer que le tocó ser parte de un momento que la historia de la humanidad espera no repetir.