"Para llegar a la vivienda definitiva a las familias se les prepara para ahorrar. Obviamente es un proceso súper complicado para una familia de campamento, donde tienen también que postergar muchas cosas", cuenta Antonia Menéndez, voluntaria de Un Techo para Chile.
Pequeños sueños de Navidad con grandes metas que se han propuesto desde hace una década se entrelazan en 45 familias del campamento Santa Teresa, incrustado en medio de la urbanidad de San Bernardo.
Paloma Uribe, una de las residentes del lugar, afirma que tener una casa propia "más que un sueño, es una meta. Porque muchas veces los sueños no se cumplen". Gabriel Céspedes, en tanto, asegura que este gran anhelo "está a punto de cumplirse, el tener una casita propia para los chiquillos".
Por otro lado, los niños del campamento revelan cuáles fueron los regalos que le pidieron al Viejito Pascuero. En su mayoría son celulares y bicicletas.
Lee también: Alerta por desaparecidos en la isla de Chiloé: Madre de mochilero viajó a la zona tras dos meses sin rastros de RodrigoAntonia Menéndez, voluntaria de Un Techo para Chile, señala que "para llegar a la vivienda definitiva a las familias se les prepara para ahorrar. Obviamente es un proceso súper complicado para una familia de campamento, donde tienen también que postergar muchas cosas. Pero hay veces en las que se postergan las necesidades".
"Con el tema del estallido social y la pandemia aquí estuvo el 99% de la gente sin trabajo", contó Yoselin Sandoval, del comité Por la Razon o la Fuerza.
Por otro lado, Jonathan Andrés, padre de 6 hijos, dijo que "yo trabajo lavando autos en Providencia. No todos los días se gana lo que tiene que ganar uno. Los niños para Navidad pidieron una bicicleta".
Lee también: Pacientes denuncian sistemático rechazo de licencias médicas en tiempos de pandemia"Los niños no son exigentes. Yo les conversé que este año podría no haber Navidad. Solo cena entre nosotros. Me da pena, pero no se le puede hacer nada. Hay que tirar para arriba no más", asegura entre lágrimas Georgina Ketere.
Kiara, de 7 años, dice que "a mí no me da pena que no haya plata para la Navidad. Lo que me interesa es estar con mi mamá todos los días, no me interesa la plata ni los regalos, porque podemos hacer algo para comer, muchas cosas divertidas. Pero no regalos".
Ella es parte de los 60 niños que, junto a sus padres, esperan un hogar definitivo para albergar sus necesidades básicas. Más que un regalo, es el resultado de un esfuerzo colectivo que muy pronto les permitirá cumplir la meta y sus sueños de abandonar la lista de 802 campamentos que todavía existen en nuestro país.