Mejorar las pensiones, garantizar el acceso la salud y subir el sueldo mínimo son sólo algunas de las demandas que se han escuchado en las manifestaciones sociales de los últimos días.
Tener más facilidades para contar con una vivienda es otra de las peticiones más urgentes de la ciudadanía, que día a día ve más lejano el sueño de la casa propia.
“Tengo la pura cara de cuica y vivo de allegada”, decía uno de los cientos de carteles de la marcha pacífica que se realizó en gran parte del país el viernes pasado y que sólo en Santiago reunió a más de un millón 200 mil personas.
Precisamente, estar arrendando, de allegados, viviendo en mediaguas e incluso en tomas son realidades que actualmente atraviesan muchos chilenos.
Ese es el caso de María Rebolledo, que hace 10 años vive con su marido y sus dos hijos en una mediagua, que logró instalar en el patio de una casa de Peñalolén, pagando mensualmente un arriendo.
Su vivienda mide 5 por 10 metros y está dividida en dos. En una mitad está el dormitorio y en la otra, el living, el comedor y la cocina. Dice que su sueño es tener más espacio, pero sabe que en Peñalolén hay más de seis mil familias esperando por una casa propia.
Y todavía más difícil es que María sabe que no cumple con los requisitos para optar a una vivienda: trabaja sin contrato, su ingreso mensual no supera los 200 mil pesos y por ello, ningún banco le otorgará un crédito.
Para visibilizar estas dificultades, este sábado se realizó una manifestación pacífica que reunió a más de dos mil personas de diferentes edades en Avenida Grecia. El único objetivo: exigir viviendas dignas.
“En Peñalolén estamos viviendo dos realidades. Hay viviendas muy caras de 500 millones de pesos y viviendas sociales que son muy precarias”, afirma Daniela Ocaranza, vocera del Consejo de Vivienda de esa comuna.
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"Nuestros vecinos están hacinamos y allegados, pero no tenemos terrenos y las soluciones son lentas, son muy burocráticas. Hoy en día tenemos comités con 12 años de espera, a los que todavía no se les puede construir. El Serviu tiene una burocracia tremenda, nos pone miles de problemas”, reclama Brígida Saavedra, otra de las voceras del movimiento comunal.
Hoy, las personas que están en condiciones de hacinamiento y que han exigido soluciones por años mediante diferentes comités habitacionales, culpan al Ministerio de Vivienda de dar siempre la misma respuesta.
Así, la burocracia y el exceso de exigencias parecen ser los obstáculos más difíciles de sortear para quienes buscan acceder a una casa propia.
29/10/2019
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