Aunque su labor es controlar a quienes transitan por las calles, muchas veces el personal se encuentra de frente con hechos delictuales, para lo cual no han sido formados. Karim Butte acompañó a un grupo de uniformados durante una jornada nocturna recorriendo las calles de la capital.
Después de contar su munición y dejar su equipamiento en el suelo para que les rocíen armonio cuaternario, el personal del Ejército tiene que esperar entre 20 y 30 minutos para poder salir a patrullar. Es miércoles, son las 22:00 horas y comienza un nuevo toque de queda.
El conductor de CHV Noticias, Karim Butte, estuvo presente en una noche de fiscalización por las calles de la Región Metropolitana. Los militares deben revisar que las personas que transitan lo hagan con su debida documentación, pero a veces también se encuentran derechamente con hechos delictuales.
El capitán Marcelo Barahona, comandante de Compañía de la 2ª Brigada "Cazadores" de Iquique, explica que su misión es hacer puntos de chequeos y controlar al 100% de los vehículos o personas que transitan a pie, o hacer patrullaje móvil al interior de un camión.
Lee también: Enfermera combate el COVID-19 con su hijo de nueve meses en la sala cuna del hospitalPasadas las 00:00 horas, la mayoría de quienes andan en la calle, afirma el capitán, son personas que se trasladan a centros médicos o el personal de salud en sí. Sin embargo, a veces se encuentran con otro tipo de situaciones.
El confinamiento no ha terminado con la delincuencia. En las últimas dos semanas, más de 15 mil personas han sido detenidas y el 56% de ellos en horario de toque de queda.
Durante el patrullaje, el personal del Ejército entra a un pasaje en la comuna de Macul, donde una familia denuncia haber recibido disparos de una banda rival.
"Nosotros no nos hemos capacitado en el pasado en cómo controlar al delincuente común y la verdad es que no es la función que estamos cumpliendo, pero a veces nos encontramos con esas situaciones. Siempre está la incertidumbre de con qué nos vamos a encontrar”, afirma Barahona.
Lo más difícil, reconoce el capitán, es la parte emocional: “en las unidades que están reforzando Santiago, la mayoría no son de Santiago, hay gente que incluso es primera vez que viajó en avión".
Lee también: Dos chilenos relatan cómo es vivir en Brasil, el país latinoamericano con más fallecidos por COVID-19"Nosotros venimos de Iquique y lo principal es la lejanía de la familia", sostiene. Él tiene esposa y un hijo, y no los ve hace tres semanas.
Lo segundo más complicado es que "el riesgo al contagio que siempre está”.