La afgana que se hizo pasar por hombre para sobrevivir a los talibanes: "Cultivaron miedo en el corazón de las mujeres"
Cuando era niña, una bomba explotó en el techo de su casa, dejándola en estado de coma y quitándole la vida a su hermano. Luego de recuperarse, se dio cuenta que la realidad había cambiado, sobreviviendo por más de 10 años con una apariencia que no le correspondía, solo para "poder trabajar" y llevarle "un pedazo de pan" a su familia.
Viernes 20 de agosto de 2021 | 17:32
Escritora, activista afgana y refugiada desde hace 15 años en España. Nadia Ghulam, relata su historia en la que adoptó la identidad de su hermano fallecido para poder sobrevivir al régimen de los talibanes que se instauró en 1996 por cinco años hasta 2001.
Nadia, con 36 años, conoce de cerca lo que podría significar para las mujeres estar bajo las extremas y violentas medidas del grupo fundamentalista. Cuando era solo una niña, una bomba destrozó su casa y la vida de su hermano, no obstante, ella sobrevivió con graves heridas que la dejaron por meses en un hospital para su recuperación.
La mujer afgana, tenía 10 años cuando el explosivo reventó su casa, quedando en estado de coma mientras luchaba por sobrevivir en el centro de salud del país asiático. En ese momento, cuando despertó, se dio cuenta que la realidad había cambiado de manera rotunda.
En ese contexto, al regresar a su hogar luego de despertar y volver a la vida de manera milagrosa, comenzó a vestirse con la apariencia que tienen un chico en Afganistán, utilizando el nombre y la ropa de su hermano, para así poder salir a trabajar y mantener su familia.
Lee también: Lista del Pueblo oficializa a Diego Ancalao como candidato presidencial"Cuando me levanté del coma entró el régimen de Talibanes. Ellos no permitían a las mujeres trabajar, estudiar y salir de casa. En mi caso, tuve que vestirme de chico para poder ir a trabajar y llevar un trozo de pan a mi familia", relata mediante un contacto vía Skype con CNN.
“Pensé que duraría un día y que después podría recuperar mi identidad, y ese día duró 10 años", explica Nadia sobre su vivencia que reflejó en El secreto de mi turbante, su primera novela testimonial.
"Cultivaron el miedo en las mujeres”
Nadia, luego de toda su experiencia como ciudadana en medio oriente, no cree en lo que están declarando los talibanes hacia el mundo, con relación a que sí se respetarán los derechos de las niñas y mujeres afganas. "Aunque están mostrando la cara amable hacia las mujeres, todo es falso, porque han cultivado el miedo en el corazón de toda mujer afgana", enfatiza.
Incluso, la activista por los derechos humanos en el mundo manifiesta que, desde Estados Unidos, siempre sostuvieron que las tropas ayudaron a las mujeres a sobrevivir. Sin embargo, según dice, en la mayoría de los pueblos y provincia la asistencia “nunca llegó”.
Lee también: "Chile Podemos Más", el nuevo nombre del pacto parlamentario presentado por el oficialismoEs por lo anterior, que la profesora emplazó a los medios de comunicación para que pongan toda la atención sobre la situación de los derechos de las mujeres y llamó a las naciones que están brindando asilo para los refugiados, a recibir principalmente niñas, para que así puedan tener un futuro diferente ya que a partir de ahora “no tendrán ninguna posibilidad”.
Desde lo personal, Nadia lleva 15 años viviendo en Cataluña, España, ciudad a la que llegó con la ayuda de una organización no gubernamental. Desde ese entonces, comenzó su carrera profesional dedicada a su activismo, escribiendo tres novelas y formando parte de una directiva en la ONG Puentes para la Paz, que, entre sus objetivos, está brindar el apoyo y ayuda necesaria para los niños afganos.
No obstante, su desarrollo profesional y su nueva vida en Europa no han podido borrar las heridas de su pasado. "Todavía soy una persona muy vulnerable, las cosas me afectan mucho, si oigo un ruido fuerte es como si me cayera otra bomba. Son heridas invisibles".
"Necesitamos que den becas para que mujeres afganas vayan a estudiar fuera y cuando vuelvan al país estén preparadas", comenta Nadia, quien también señala que su deseo es poder volver algún día a su país para ayudar a su pueblo. "Por eso pido a todas las universidades del mundo que fomenten y establezcan ayudas específicas para mujeres afganas".
Su familia sigue atrapada en Kabul
Desde el pasado domingo 15 de agosto, cuando los talibanes se hicieron del poder mediante la fuerza y se tomaron la capital de Afganistán Kabul, su familia quedó atrapada en el territorio, sin posibilidad alguna de poder emigrar hacia otro país en busca de nuevas oportunidades.
Lee también: Cadena alemana de TV "Deutsche Welle" denunció que talibanes asesinaron a familiar de uno de sus periodistasEn esa misma línea, Nadia cuenta que desde el extranjero, pagaba todos los gastos de su familia principalmente compuesta por mujeres, pero que ahora la situación es diferente porque se encuentran atrapadas y con desesperación.
"Todas me piden ayuda. Mi madre no puede venir por motivos de salud, pero tengo una prima que es viuda y que tiene dos niñas y un niño pequeño. Me pide que venga ella en su lugar con mi hermana", afirma Nadia.
La activista relata que, según los testimonios de sus familiares, los bancos están cerrados, no hay servicios básicos y la mayoría de los centros comerciales están destruidos. Asimismo, señala que los talibanes registran las casas y obligan a las personas a decir que todo está siguiendo un curso normal. "Hay una presión muy fuerte", exclama.
Finalmente, Nadia sueña con una democracia que sabe que nunca llegará. "Nadie pregunta al pueblo afgano qué queremos nosotros. No podemos votar y si lo hacemos nunca será de manera libre. Nunca quisimos a los señores de la guerra como nuestros líderes, pero no tenemos opción", sostiene.
Lee también: Familias afganas pasan a sus hijos por encima de muros con alambres a los soldados británicosActualmente, Ghulam sigue luchando para poder sacar a su familia del medio del régimen talibán, ya que como explica, la sociedad liderada por el extremo islámico "volverá a meter a las mujeres en sus casas, privando la libertad, el trabajo y la educación, para obligarlas a vivir bajo la autoridad de un hombre sin ningún tipo de derechos.