Era uno de los comerciantes de drogas más peligrosos del sector. Un narco respetado por sus pares debido a la "tradición" de su negocio y al alto poder de fuego que tenía al interior de su casa, ya que con dos escopetas y decenas de municiones, daba guerra a los demás narcos del barrio.
Y era tan así, que dentro de su propiedad tenía las marcas de los perdigones de otros combates que había mantenido.
Además de la gran cantidad de armas, el "Cojo Javier" tenía un sistema de televigilancia para así estar al tanto cuando se acercaba la policía.
