Pese a las repetidas súplicas de funcionarios de salud pública y gobiernos para que las personas se queden en casa, hay quienes siguen sin hacer caso. Expertos dan algunas teorías que podrían dar con algunas respuestas.
Vivir una pandemia es extraño. A la mayoría de nosotros nunca se nos ha pedido hacer sacrificios como este antes: quedarse en casa y limitar el contacto con los demás.
Toda esa interrupción puede hacer que las personas se sientan ansiosas. Y para algunos, eso incluye ignorar por completo el nuevo coronavirus y continuar como si todo siguiera como siempre.
Lee también: América supera en casos a Europa y se convierte en el nuevo foco del COVID-19A pesar de las repetidas súplicas de los funcionarios de salud pública y de varios gobiernos para quedarse en la casa y frenar la propagación de COVID-19, muchas personas simplemente no lo harán: personas abarrotando playas, pasillos en las tiendas de comestibles repletos de compradores y adultos mayores que se niegan a dejar de ir a la iglesia.
¿Por qué algunas personas no toman en serio esta amenaza? Los sicólogos dicen que hay varias razones, y la mayoría de ellas se reducen a la naturaleza humana.
Gordon Asmundson, profesor de sicología de la Universidad de Regina en Saskatchewan, está estudiando cómo los factores psicológicos impactan la propagación y la respuesta al COVID-19. Nos ha dividido a todos en tres grupos según nuestra respuesta a la pandemia: los que responden en exceso, los que no responden y los que se encuentran en algún punto intermedio.
Los que responden en exceso son los compradores de pánico que han acumulado suministros por meses. Están asustados y apoyarse en montones de papel higiénico los empodera y alivia ese miedo.
Lee también: Usar alcohol gel y tocar lo menos posible: Cómo ir al supermercado sin contagiarse en el intentoLas personas en el medio están haciendo lo que se les pide que hagan sin entrar en pánico o actuar demasiado laxas: son los "ricitos de oro" de la pandemia.
Los que no responden son aquellos que desobedecen la guía de salud pública, los que se consideran invulnerables. No siguen el distanciamiento social porque creen que no se enfermarán, aunque podría evitar que las personas más vulnerables se infecten. Estos “subrespondedores” pueden ser los culpables si el virus continúa propagándose durante meses en todo el país.