Conociendo a Marta Olivares, la "Martita" de "El Agente Topo" - Chilevisión
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Conociendo a Marta Olivares, la "Martita" de "El Agente Topo"

Nos hizo reír y también llorar con su aparición en el documental de Maite Alberdi. ¿Cómo es que la "Martita" se convirtió en un personaje tan querido? Su familia y cercanos cuentan su historia.

Viernes 23 de abril de 2021 | 13:35

–Carmen Myiriam, ¿sabes? Me quiero ir a un hogar. 

Mucho antes de ser una estrella de cine, Marta Olivares vivía sola en una casa de la comuna de Padre Hurtado. Había dedicado gran parte de su vida al trabajo como asesora del hogar en las residencias más ricachonas del sector, lo que le había dado una gran ventaja para sus años dorados: una jubilación holgada, la que al menos le permitía vivir sin depender de nadie.

Pero la vejez es traicionera, y de a poco Marta fue olvidando las cosas. Primero fueron detalles: la puerta a medio cerrar, la misma ropa tendida por semanas. Descuidos inocentes, en un principio, que luego se canalizaron en una obsesión por “Osito”, su perro. 

Foto: Archivo cedido por la familia 

Tenía un perro al que lo trataba como hijo. Llegó un punto en el que le dijimos que no podía vivir con el perro porque no era capaz de definir cuánto dinero destinar para él y cuánto para subsistir. Era mucho, no compraba comida para ella”, dice Nicole Vergara, apoderada y sobrina-nieta de “Martita”. 

Marta no estaba comiendo, no estaba tomando sus medicamentos y casi no salía de su casa. Fue en eso que, en un ejercicio de extrema honestidad, le pidió a su familia que la llevara a un hogar de ancianos. Recurrió a su vecina y prima (pues habían comprado casa juntas y compartían el mismo patio), Carmen Myriam Vergara, que la acompañara a buscar su nuevo lugar para vivir. 

Y aquel lugar lo conocemos. Así llegó al Hogar San Francisco de El Monte, conocido también como el hogar de “El Agente Topo”. 

Crecer sin una madre 

En esta escena de la película, Sergio Chamy, el Agente Topo, aparece sentado en la oscuridad anotando en su cuaderno: 

A Marta la engañan y la hacen creer que la llama su mamá, pero son las auxiliares de aquí. Lo hacen para que se quede tranquila porque nadie la viene a ver. 

La libreta de Don Sergio / Captura "El Agente Topo"

Acto seguido, la cámara apunta hacia la mujer, quien está sentada al costado de la recepción a la espera de una llamada. Suena el teléfono. «Te está llamando tu mamá», le advierten. Ella contesta. 

Mamita yo te echao’ tanto de menos y tu nunca vienes a verme. Yo estoy aquí, tú tienes que venir a buscarme. Estoy tan desesperá’, desesperá’ porque tú nunca me vienes a ver.

Y ese reproche, quizás, nunca tenga respuesta. O al menos una real. Porque Marta Olivares nunca conoció a su madre

“La mamá de la ‘Marti’ falleció cuando ella nació. Vivió con una tía, en una familia grande, y la criaron entre todos. Casi no tuvo relación con su papá”, cuenta su sobrina-nieta. 

Captura "El Agente Topo"

En esa casa, comenta Carmen Vergara, prima de Martita, las restricciones eran duras. 

Quizás por eso nunca se casó ni tuvo hijos, porque no la dejaban llevar hombres a la casa. Eran bien estrictos y ella siempre se quejaba”. 

La última chilena

Marta abandonó sus estudios a los 13 años y se dedicó a trabajar. En 1973, poco después del golpe de Estado, había conseguido un puesto como auxiliar en una Casa de Ejercicios Espirituales a cargo de la congregación jesuita. En medio de esos tiempos tan turbulentos, Marta se dedicaba a ordenar habitaciones, lavar platos y cocinar a un montón de pasajeros transitorios a los que recuerda y menciona como “refugiados”.

Y, en teoría, lo eran. Se trataba de extranjeros simpatizantes de la Unidad Popular que, tras el golpe, debieron partir rápidamente de regreso a sus países de origen

Marta Olivares / Foto: Foto: Archivo cedido por la familia 

Nicole lo recuerda. 

—Ella mucho tiempo habló de esta gente que ayudó. Me acuerdo que en su casa había muchas cosas que ella decía que se las habían dado los refugiados: muebles, platos. Porque ellos llegaban allí y finalmente era la última chilena a la que veían y se iban. 

Cautivadora inocencia

Si no fuera por las dificultades que mantiene hoy en día para caminar, Marta todavía estaría ayudando a correr las sillas y acompañando a sus compañeros de movilidad reducida a pasear por el patio del hogar

Hoy, apenas puede mantenerse de pie y con el paso de los años ha ido perdiendo la noción de lo que pasa afuera, mostrándose al mundo con una cautivadora inocencia. 

Porque sí, todos sus cercanos coinciden en lo mismo: es tal cual la ven en la película.

Nada sabe esta mujer de 82 años de actuación, flashes y cámaras. Tampoco entiende que su amistad con don Sergio podría ganar el Óscar. Y menos aún, dice Nicole, sabe qué pasa con el coronavirus y sus efectos en el mundo.

"Es mejor que no se dé cuenta que estamos en una pandemia y que no puede salir, no puede ver a nadie. Quizás se hubiese vuelto loca en su casa. Al menos en el hogar está con gente, siempre está hablando con alguien". 

Marta celebrando su cumpleaños Nº80 junto a personal del Hogar San Francisco / Foto: Foto: Archivo cedido por la familia  

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