"Estoy en una cárcel": Qué pasa con quienes no pueden vacunarse por prescripción médica y no tienen Pase de Movilidad
Ingrid Medina Benítez, en conversación con CHV Noticias, relató su caso y los motivos que no le han permitido obtener la segunda dosis contra el COVID-19, ya que tras la primera inoculación sufrió un shock anafiláctico. Hace cinco años que no ve a sus hijos y ahora no puede salir del país. "Quiero estar viva, quiero salir de Chile, pero no en un ataúd", aseguró.
Martes 28 de septiembre de 2021 | 21:45
El pasado lunes se anunciaron modificaciones al Plan Paso a Pasoa raíz del término del Estado de Excepción en el país. Por tanto, estos cambios comenzarán a estar vigentes a partir de este viernes 1 de octubre, donde el Pase de Movilidad aumenta su protagonismo en estos protocolos.
En cuanto a dicho documento, otorgado a quienes han completado su esquema de vacunación contra el COVID-19, será necesario para concretar viajes interregionales, reemplazando al Pasaporte Sanitario (c19.cl) desde el 1 de noviembre.
Mientras que en el caso de los aforos, éstos aumentan en caso de que todos los visitantes a recintos o casas particulares tengan su Pase de Movilidad. Por ejemplo, en la etapa de Apertura Inicial, se permiten reuniones de hasta 50 personas en domicilios si es que todos cuentan con este documento o 20 si no todos lo portan.
Sin embargo, más allá de que la vacunación es un procedimiento voluntario al que se puede someter la ciudadanía dependiendo del calendario estipulado por el Ministerio de Salud, para realizar actividades en locales cerrados -como ir al cine, teatros o bares-, es necesario contar con el Pase de Movilidad.
Pero, ¿Qué pasa en aquellos casos de personas que sí quieren vacunarse pero no pueden hacerlo porque su salud corre un riesgo?
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Así le ocurre a Ingrid Medina Benítez, quien acudió a Cazanoticias de CHV Noticias para plasmar su caso que la mantiene acongojada.
A fines de marzo de este año, fue inoculada con la primera dosis del laboratorio Sinovac. Antes de la vacunación, le consultaron si había sufrido un shock anafiláctico previamente, a lo que ella respondió que sí, ya que hace 8 años había vivido esta reacción luego de tomar un Omeprazol.
De todas maneras, y luego de la autorización del doctor presente, le suministraron la vacuna contra el COVID-19. Pero a los minutos después, presentó un shock anafiláctico que la obligó a ser atendida de emergencia debido a sus síntomas de presión alta, urticaria, taquicardia, cefalea, dificultad respiratoria, náuseas, entre otros.
"Yo no podía ni siquiera hablar porque tenía la lengua pesada. Ahí vino corriendo un médico, buscaron una silla de ruedas, me llevaron hacia adentro y me empezaron a interrogar. Yo no soy hipertensa, pero la presión se me puso a 200 o 190, pero sabía que esta reacción era por lo que me acababa de inyectar, porque algo muy parecido fue con el Omeprazol", indicó.
Fue dada de alta al momento en que su presión se estabilizó, pero en la noche comenzó nuevamente con síntomas, pero en esa ocasión, eran asociados al coronavirus, como la pérdida del gusto y el olfato.
"No tengo futuro"
Luego de esto, Ingrid visitó un médico inmunólogo, quien le prescribió que no puede acceder a la segunda dosis de ningún laboratorio, considerando que es alérgica al Omeprazol, Yodo y Naproxeno, además del shock causado por la vacuna.
"Cuando la persona ya hace una anafilaxia a la primera vacuna, ya queda contraindicada. Y si decide inyectarse, ya es a riesgo suyo", habría sido lo que le dijo el profesional a la paciente, según contó. Pero ante la duda de su proceso de vacunación, el médico le emitió un certificado "y me dijo que con esto podía viajar", añadió Ingrid. Aunque esto último, hasta el día de hoy no lo ha podido hacer.
Consecuencias en su Pase
Tal como se señaló, su condición le ha traído como consecuencia el no poder obtener el Pase de Movilidad, y con ello, la dificultad de realizar diversas actividades, como viajar para reencontrarse con su hija a quien no ve desde hace cinco años.
"Si la pandemia nunca acaba, qué voy a hacer, no voy a poder salir nunca de Santiago. Tengo cinco años aquí (su país de origen es Venezuela), mismo tiempo que llevo sin ver a mis hijos, y me parece muy injusto no tener una solución", planteó Ingrid.
Confiando en el certificado médico emitido por el profesional, decidió comprar dos pasajes por más de $640 mil cada uno con destino a Bogotá, donde vería a su hija menor de edad. Pero al momento de intentar arribar el avión, no la dejaron avanzar por la falta de su Pase de Movilidad.
Lee también: Dr. Patricio Meza y actualización del Plan Paso a Paso: “No nos debe hacer olvidar que estamos en plena pandemia”"Me sentí humillada", aseguró, y es que desde la aerolínea tampoco le permitieron la devolución de su dinero. "Yo no podía creer que esto me estuviera pasando. A mi hija la llevó su padre de Venezuela a Bogotá, y ese mismo día la iba a recibir en el aeropuerto de allá, pero la niña se quedó varada en Bogotá y sigue ahí", agregó Ingrid.
Ministerio de Salud
Al ser consultados por este caso, desde el Ministerio de Salud informaron que el caso de Ingrid no es el único, pero que pese a ello, la restricción de acceder al Pase de Movilidad sigue siendo vigente. Es decir, sin segunda dosis, no puede obtener el documento.
Aún así, una de las recomendaciones sería concretar la segunda inoculación en un recinto que tenga todos los cuidados necesarios, ya sea una clínica, Cesfam u hospital, donde pueda obtener una atención médica oportuna y rápida en caso de tener un nuevo shock anafiláctico.
De todas maneras, especifican que la orden para la segunda dosis debe ser emanada por el médico inmunólogo que atendió a la paciente en primera instancia, ya que es el profesional más apropiado -y conocedor del caso- para permitir o no una nueva inoculación por parte de Ingrid.
"Yo no voy a poner mi vida en riesgo, la que ha sufrido soy yo", aseguró la paciente al respecto. "Quiero seguir viviendo, tengo dos hijos todavía. Para mí esa no es la solución", indicó, agregando que "prefiero dejar de ver a mis hijos, no sé por cuánto tiempo más, pero quiero estar viva, quiero salir de Chile pero no en un ataúd", sostuvo.
Argumentó que sus propios hijos, de 17 y 30 años, le piden que no se vacune por segunda vez ante el miedo de un nuevo episodio alérgico. "Me amo y quiero vivir, y me da miedo esa situación. No lo voy a hacer, y si no hay solución aquí me quedaré y mis hijos algún día podrán entrar a verme. Estoy en una cárcel".
"No me pueden forzar a hacer algo que yo misma ya no quiero. Supuestamente dicen que la vacuna no es obligatoria, pero esto es una obligación. Es totalmente ilógico", concluyó Ingrid.
Inmunóloga
La doctora Carolina Díaz, inmunóloga, indicó a CHV Noticias que, en este caso, lo ideal es realizar un estudio al respecto e indagar la causal de esta reacción adversa.
En cuanto a Ingrid y las alergias identificadas, ninguna de ellas, dijo, son parte de los componentes de las vacunas contra el COVID-19. "El Omeprazol y el Yodo, no tienen ninguna reacción con Sinovac", precisó.
"Cuando un paciente presenta una anafilaxia a vacunas, lo que hay que hacer es estudiar esa anafilaxia para que podamos tener en forma oportuna un diagnóstico específico sobre cuál es el componente de la vacuna (que provocó la anafilaxia), y para que posteriormente éstas puedan ser evitadas y la paciente pueda tener una vacunación o cirugía en forma segura", añadió Díaz.
Lee también: ¿Qué significa el fin del toque de queda? Lo que debes saber sobre el término de la medidaPor ello, lo mejor sería iniciar un estudio que permita esclarecer qué fue lo que le causó esa reacción en particular y así comparar la dosis Sinovac con alguna de otro laboratorio.
"Si esto fuese una verdadera anafilaxia, lo que habría que hacer es estudiarla, y si se corrobora una alergia, cambiarse de vacuna", planteó la inmunóloga. De esa forma, tendría que comenzar un esquema de vacunación nuevo y así entonces completarlo para obtener su Pase de Movilidad.
Sin embargo, el conflicto radica en que el costo de dicho estudio sería muy alto e imposible de afrontar por parte de Ingrid. Según dijo, cotizó dicho procedimiento a través de Fonasa y le indicaron que debía desembolsar $500.000 para realizarlo.
Ante ese valor, planteó que entró en la disyuntiva de gastar ese dinero para ir a buscar a su hija o "me hacía el estudio". Decidió lo primero, pero lamentablemente, aún así perdió el dinero, ya que sin el Pase de Movilidad quedó abajo del avión.
"Me interesa saber qué es lo que pasa en mi sangre... pero no tengo el dinero tampoco para hacerme esa prueba que es muy costosa", sentenció Ingrid sobre su caso.