¿Su hijo o hija volvió a usar pañales, le pidió dormir con usted en la cama como antes, tomar leche en mamadera y está más sensible? No. Usted no es la única mamá o papá que está pasando por ese problema. La respuesta a lo que le ocurre la encontrará en la voz de especialistas.
Paloma tiene solo 3 años, vive con sus papás en Santiago centro y prácticamente, como todos los niños en pandemia, ha estado bajo cuatro paredes todos estos meses. “Era una niña independiente, comía sola, se vestía sola, jugaba tranquila, pero estos últimos meses parece que ella volvió a ser mi bebé”, dice Mariela Donoso.
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Es un fenómeno para nada aislado, lo que le sucede a Mariela con su hija se conoce como Regresión.
“Es bastante común que esto suceda principalmente a partir de los tres o cuatro años, y suele darse después de que el niño o niña sufre un cambio en su vida que le genera estrés o un hecho inesperado que lo agobia de alguna manera. Opera como un mecanismo de defensa ante situaciones angustiantes”, explica Francisca González, docente de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Valparaíso y especialista en cuidados en la niñez.
Tanto los puede afectar que conductas como orinar de día o en la noche sin previo aviso, retornar a los pañales, usar nuevamente chupete o tomar leche en mamadera, pueden reaparecer. Un fenómeno que, aunque afecta más a los menores de seis años, también puede surgir entre quienes tienen mayor edad, incluso en la adolescencia.
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"Paloma siempre fue súper independiente para su edad, como una verdadera vieja chica. Ahora se pasa en la mitad de la noche a dormir conmigo y su papá, antes se sentaba en la mesa y comía solita ahora ella espera a que yo o su papá le dé la comida en la boca. Otro cambio es que yo estoy con teletrabajo y se pone a llorar cuando estoy frente al computador porque quiere que esté pendiente de lo que hace. Si pinta, quiere que mire lo que pinta, o que juegue con ella”, relata preocupada Mariela.
La preocupación de Mariela es evidente, pero lo importante es no entrar en pánico. La especialista de la U. de Valparaíso recomienda a los padres y a los cuidadores mantener la calma y luego expresar amor incondicional y transmitir cariño y seguridad al niño; evitar castigos, retos y frases negativas hacia su conducta como “pareces guagua” o “ya estás grande para...”.
“Yo soy bien corazón de abuela, entonces siempre termino conteniendo, haciendo cariño, le trato de explicar en lenguaje sencillo el porqué de las cosas, por qué no puede ir al jardín, por qué no puede ir a jugar al parque y ella entiende. Pero yo siempre voy por el afecto, por dar amor, hacerle cariño, besos o de distraerla contando una historia. Eso le gusta mucho y la relaja, contar un cuento, agarrar un libro, ver por la ventana los autos” detalla Mariela.
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Según Carolina Pezoa, directora de la carrera de Psicología de la Universidad Central, los padres deben saber que estas conductas son normales en los niños y pueden pasar precisamente en periodos de estrés.
“Es importante que los papás que noten estos cambios en sus hijos sean comprensivos, porque eso permite que puedan validar emociones y fomentan la empatía porque así se dan cuanta que esta situación nos afecta a todos " explica la profesional.
Según Pezoa, los adultos están en déficit de no reconocer algunas emociones de lo que está sucediendo. "Tenemos que forjar ese aprendizaje en los niños para que tengan una salud mental acorde a los desafíos que uno enfrenta en la cotidianidad y que no están exentos de crisis y ansiedades”, apunta.
Mariela y su pequeña Paloma seguirán intentando sobrellevar el regreso de una antigua rutina hacia donde su hija parece haber viajado en una máquina del tiempo para regresar con dos años menos. Los niños son niños, con o sin pandemia, y ahora más que nunca necesitan a sus padres para que les expliquen y contengan.